21 de abril de 2011

La antigua Familia Real de Egipto se debate entre el Trono y la pobreza


Con Mubarak lejos del poder, la Familia Real Egipcia, destronada en 1952, está ya en condiciones de jugar un papel en la nueva etapa de transición. En estos tiempos en que las revueltas populares se extienden como una ola por las secas arenas del Oriente Medio, algunas familias reales, en particular las que llevan viviendo varias décadas en un dorado exilio occidental, están comenzando a sentirse favorecidas por esta nueva etapa histórica que se abre ante la región más convulsa del Planeta. Galería de imágenes

Mientras Libia intenta deshacerse de Kadafi, Egipto ya ha derrocado y puesto en arresto domiciliario a su dictador. Ahora el país trata de calmarse de la euforia provocada por la caída del régimen y se dispone a la reorganización de su sistema democrático. En la parte de afuera, los analistas internacionales se preguntan ¿Qué modelo acabarán eligiendo los egipcios?

La república democrática es, en principio, la opción favorita, pero la idiosincrasia del pueblo árabe podría hacer más atractiva la restauración de la Monarquía, sistema apoyado especialmente por los jóvenes. Su representante es el Príncipe Ahmed Fouad II, hombre cortés, de voz suave y que se parece a su padre pero no comparte su fuerte personalidad, y destina gran parte de su tiempo a la lectura de libros de historia. Desde su despacho, en una casa alquilada en Suiza, desde el cual se pueden ver extensos viñedos, el lago Ginebra y más lejos los Alpes Suizos, Fouad sólo tiene ojos para los acontecimientos que muestra la TV.

Hijo del rey Farouk y descendiente de una dinastía fundada en 1805 por Mohammed Ali Pasha, un oficial de origen albanés que llegó a Egipto en la expedición militar turco otomana que expulsó del país a las tropas francesas de Napoleón Bonaparte. Su antepasado está considerado el creador del Egipto moderno y durante el mandato de sus primeros descendientes, la época de esplendor familiar, se construyeron grandes obras públicas, como el Canal de Suez, que causaron admiración en todo el mundo.

147 años después, la monarquía estaba en bancarrota. Un golpe de Estado encabezado por Gamal Abdel Nasser -el 23 de julio de 1952- provocó que el Rey Farouk, que se proclamaba descendiente de Mahoma, partiera al exilio en Italia y en Mónaco. El príncipe reflexiona ahora que “el pueblo jamás salió a las calles a gritar contra mi padre o contra la monarquía… Lo de esos años no fue una revolución. Mi padre prefirió partir que iniciar una guerra civil entre su pueblo”.

En una noche cálida de aquel mes de julio, un yate salió del puerto de Alejandría llevando a Fouad y a su familia al exilio en Europa. Fouad tenía seis meses y era el último "faraón" de Egipto. Se había convertido en monarca de ese país y de Sudán ese mismo día cuando su padre fue obligado a abdicar. Y siguió siendo el rey constitucional durante 11 meses hasta que Egipto pasó a ser una república. Los bienes reales fueron confiscados, aunque el rey pudo seguir disfrutando de los placeres de una vida de lujo.

Libertino, cleptómano, vanidoso, arrogante, amante de la buena comida, Farouk murió en Roma en 1965 durante una copiosa cena cuando apenas había cumplido los 45 años. Su hijo está convencido de que lo asesinaron. Hoy, el colectivo popular egipcio tiene a Farouk como la viva imagen de un excéntrico faraón que supo disfrutar en el exilio de una existencia de "playboy", y cuya vida giraba en torno a clubes nocturnos, mucha comida y mujeres.

Su hijo Ahmed Fouad, asistió a una escuela de pueblo, en Suiza, donde se burlaban de él por estar acompañado de un guardaespaldas albanés. Más tarde acudió a un internado suizo, y veía a su padre sólo dos o tres veces al año, aunque lo considera "un padre maravilloso. Lo quería mucho. Él quería que estuviéramos en un país más tranquilo y que siguiéramos nuestros estudios".

Su primera visita a Egipto la hizo en 1991, usando un pasaporte en el que figuraba sin apellido ni título real. Desde entonces, volvió varias veces, porque Mubarak no lo consideraba una amenaza, y pensaba que alguien educado en el extranjero y torpe al expresarse en árabe no podía representar un peligro para su régimen. Por eso, lo recibía bien y ordenaba que se lo tratara con honores.

Mubarak permitió otra visita en abril de 2010 e incluso le dispensó ciertos honores de Estado. Entonces, la Familia Real egipcia en el exilio no tenía ninguna posibilidad de promover la insurrección desde fuera, pero ahora, con Mubarak fuera de juego, las esperanzas son otras. Fouad II no se aleja de los acontecimientos vividos en Egipto, y opina: "Quizás habrá una transición suave. Bueno, me gusta ser optimista y espero que salga algo positivo de todo esto. Más democracia, una vida mejor para mi pueblo y un país estable".

Actualmente, el ex rey trabaja como representante de una pequeña compañía de relojes, y su precariedad financiera sólo le ha permitido realizar seis viajes a Egipto en 60 años. La última vez que estuvo en El Cairo, en enero de 2005, para los funerales de su hermana Fawzia, el Gobierno de Mubarak tuvo que pagar los gastos del viaje y el sepelio.

Fouad II no posee bienes en Suiza ni en Egipto, y él mismo confiesa que recibe ayuda monetaria de algunas familias reales del Medio Oriente, especialmente la de Arabia Saudita, siempre muy cercana a su familia. La casa alquilada donde vive es cómoda, pero no magnífica, y la situación de sus dos parientes que residen en el País del Nilo no es mucho más prometedora. Una anciana tía -la princesa Fawzia- que fue una de las mayores bellezas de su generación, y fue la primera esposa del poderosísimo último Emperador de Irán, hoy atraviesa problemas similares a los de su sobrino, ya que desde que enviudó vive sola en una pequeña y humilde casa de Alejandría, en la costa mediterránea atravesando serios problemas económicos.

DARÍO SILVA D'ANDRA
Publicado en PERFIL.COM

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