Kadafi tiene las horas contadas. En Libia vuelven a flamear
la bandera de la Monarquía y la foto del rey Idris en las manifestaciones
contra el dictador. Mientras que la Alianza Internacional bombardea los
principales bastiones del poder, los analistas plantean que una solución para
el caos y desorganización que dejará Kadafi podría ser un monarca
constitucional. La exiliada Familia Real, la dinastía Al-Senoussi, se muestra
dispuesta a cooperar.
La idea es compartida por la juventud libia, como explica el
príncipe Hashem, miembro de la exiliada Familia Real: “Es significativo que
durante 42 años Kadafi ha hecho de todo para borrar la historia y el recuerdo
de la Monarquía, pero hoy se nos recuerda con afecto. Los jóvenes, gracias a
Internet, han redescubierto la historia de su país y se han sentido orgullosos
de la monarquía. Por eso, muchos llevan como melodía del móvil el himno
monárquico y la foto del rey Idris o de la corona”.
Hashem, nieto del rey Idris, afirma en una entrevista al
diario ABC que prepara ya sus valijas para retornar a su país y jugar un
importante papel político, aunque reconoce que es el pueblo quien debe decidir.
Idris Al-Senoussi (1890-1983), el único Rey de Libia, fue el
promotor de una Constitución que otorgaba amplios poderes al Parlamento,
modernizó el país y lo acercó a Occidente, hechos que hicieron crecer su
impopularidad entre los más radicales proárabes.
En junio de 1969, salió del país para someterse a
tratamiento médico en Grecia y Turquía, y su ausencia fue aprovechada por un
grupo de oficiales, con Kadafi a la cabeza, para derrocarlo, entre falsas
acusaciones de corrupción y apropiación indebida. Ahora, la dinastía debe
ponerse de acuerdo sobre quién es el legítimo “heredero” del trono, una
cuestión espinosa que los divide desde 1955.
Por un lado está el príncipe Muhammad, que vive en Londres y
que según la genealogía debería heredar el trono. Este sobrino nieto del rey,
vive en un apartamento nada suntuoso, no tiene profesión, y vive gracias al
apoyo económico de la comunidad libia en el exilio.
Parece contar con muchos adeptos y habla con mucha prudencia
sobre su futuro: “Estas cuestiones son prematuras y ha de decidirlas el pueblo
libio. Me veo a mí mismo como un servidor del pueblo libio. Ellos decidirán lo
que quieren. Mi objetivo es servir al pueblo tanto como pueda”, dijo a France
Press, según publica el diario El País de España.
Por otro lado, el príncipe Idris argumenta que el rey le
encargó a su padre legitimar de nuevo la monarquía. Está casado con una
aristócrata española, reside en Washington y Roma, y también se confiesa
preparado “para volver a Libia en el momento justo, para hacer una contribución
al país una vez que haya empezado el cambio”. Su padre, el príncipe Abdallah,
era, en la época de la monarquía, la persona más influyente y al que más temía
Kadafi, hasta el punto de que cuando murió en 1988, el dictador hizo fiesta y
liberó a 1.500 presos, buena parte de ellos presos políticos.
En lo que sí coincide la exiliada Familia Real es en sus
deseos de cambio para Libia. Ahora que la bandera tricolor con la media luna y
la estrella vuelve a ondear en Libia como símbolo de esperanza en una nación
sedienta de libertad, el príncipe Hashem, resume el sentimiento familiar ante
los acontecimientos: “No me podía imaginar que gente desarmada iba a intentar
hacer caer a un dictador como Gadafi. Es un sueño".
DARÍO SILVA D'ANDREA
Publicado en PERFIL.COM