Con su licenciatura en Empresariales y su experiencia en varias multinacionales, nadie podía pretender que la joven palestina casada con el inesperado heredero del trono hachemí permaneciera en el harén. Además, su predecesora, la reina Nur, le había puesto alto el nivel de glamour. Pero los cables de la Embajada de EE UU en Ammán revelan una mujer al tanto de la política internacional, que expresa sus opiniones y que colabora en la gestión del reino. También, la de una figura divisoria entre sus conciudadanos.
Cuando una delegación del Congreso de EE UU visita Jordania
en mayo de 2009, Rania no solo acompaña simbólicamente al rey en la cita. Según
el relato del embajador Stephen Beecroft, la reina "declaró su convicción
de que la popularidad del presidente Obama ha contribuido a acallar las
críticas iraníes a EE UU en los últimos meses".
El año anterior, el entonces embajador, David Hale, envía
otro cable en el que atribuye conjuntamente al rey y a la reina serias
advertencias sobre Irán. "El rey constató que el colapso del proceso de
paz podría reforzar la influencia de Irán. La reina añadió que en última
instancia lo único que podrá vencer la influencia iraní serán alternativas
políticamente moderadas y económicamente fuertes en la región", escribe el
diplomático. "Ambos hablaron de sus esfuerzos para construir un futuro
económico sólido para los jóvenes de Jordania", añade, dando a entender un
trabajo en equipo que contrasta con los rumores sobre dificultades en su
matrimonio.
Los cables dan cuenta de participaciones similares de la
reina cada vez que hay una visita de una delegación oficial estadounidense. El
perfil que dibujan de Rania (Kuwait, 1970) es muy alejado de la imagen que
proyecta desde el papel cuché. La mujer estilosa que brilla en las galas
benéficas se revela mucho más que una cara bonita o una figura impecablemente
vestida. Tiene opiniones y las defiende, algo inusual no solo en la patriarcal
Jordania (de hecho, en todo Oriente Próximo), sino incluso en Occidente, donde
las (y los) consortes de los monarcas deben mostrarse más discretos si cabe que
estos. Además, es una mujer influyente. Cuando la embajada analiza los
nombramientos de ministros, se menciona la proximidad a Rania de algunas
ministras como uno de los elementos que ha influido en su elección.
Tal actitud no está exenta de riesgos. A principios de esta
década, su respaldo a los cambios en el estatuto personal (para elevar la edad
de matrimonio y permitir el divorcio a iniciativa de la mujer), así como a la
ley para que las jordanas pudieran transmitir la nacionalidad a sus hijos,
irritaron a los sectores conservadores y a los islamistas, que de hecho los
bloquearon. Los cables se hacen eco de ello ante nuevos intentos por avanzar en
ese terreno.
Pero es sobre todo su origen palestino lo que parece
provocar un mayor recelo entre la población de la antigua Transjordania, hoy
convertida en minoría por el peso de los jordanos palestinos (que según la
embajada ya suponen el 60% del total). Tal como explica un telegrama fechado en
marzo de 2008, "las políticas de identidad jordana ganan a las
preocupaciones de género en los cambios en la ley de ciudadanía". El
asunto de quién puede y quién no puede transmitir la nacionalidad toca de lleno
el precario equilibrio entre ambas comunidades.
A ojos de muchos transjordanos (los habitantes originarios
de la margen oriental del río Jordán que hoy se conoce como Jordania), admitir
que las jordanas puedan pasar la ciudadanía a sus hijos abre la puerta a la
nacionalización de miles de descendientes de padres palestinos. "La reina
Rania (ella misma de origen palestino) causó sorpresa e indignación en 2002
cuando manifestó su apoyo a una ley provisional" en ese sentido, recuerda
el encargado de Negocios.
La tensión entre jordanos transjordanos y jordanos
palestinos siempre ha estado ahí. Pero un reciente percance parece indicar que
la modernización del país (en la que los primeros se sienten perdedores) la
está sacando a flor de piel. Los cables dan cuenta de la suspensión de un
partido de fútbol en julio de 2009 por insultos contra la reina y el príncipe
heredero, un incidente sobre el que la prensa local guardó silencio.
Los equipos El Faisali y el Wahdat, que tradicionalmente
respaldan transjordanos y palestinos, respectivamente, se enfrentaban en Zarqa.
Antes de que empezara el encuentro, los seguidores del Faisali arremetieron
contra los jordanos de origen palestino, incluidos, por primera vez, Rania y su
hijo Husein. "Divórciate de ella, padre de Husein, y te daremos a dos de
nuestras mujeres", corearon los exaltados antes de que la policía
irrumpiera en el campo, según relata el despacho diplomático.
También en privado la embajada ha recogido duras críticas a
la reina de algunos jefes de tribus (la espina dorsal de los transjordanos y
uno de los pilares de la monarquía) y de nacionalistas transjordanos. Por
extensión, el recelo alcanza a su hijo. "Los transjordanos, que están
sobrerrepresentados en la burocracia, se han mostrado escépticos ante el
nombramiento como príncipe heredero de Husein por su juventud [hoy tiene 16
años] y su linaje palestino", escribe el embajador Beecroft en enero del
año pasado, cinco años después de que Abdalá designara a su primogénito,
desplazando a Hamza, el primero de los hijos de su padre con la reina Nur. La
boda de este en junio de 2004 se describe como una ocasión en la que "las
tensiones entre la reina Nur y la reina Rania fueron palpables".
Ángeles Espinoza
Publicado por EL PAIS (España)
29 de diciembre de 2010