La más reciente adquisición de la Corona británica, Kate -duquesa de Cambridge-, vive sus primeros días de casada como una “ama de casa” común y corriente.
La chica que el 29 de abril deslumbró a 2.000 millones de televidentes, hoy sorprende por sus fotos en el supermercado como una ciudadana más y ajena a las escandalosas publicaciones de la prensa sobre la agitada vida social de sus hermanos -James y Philippa-.
Las noticias vuelan cuando Kate, a veces acompañada por Guillermo, sale a comprar a los supermercados Tesco o Morrisons, dos cadenas de precios bastante módicos. “Todo el mundo se entera, vuela la noticia”, reconoce una vecina. “Kate va de compras y empuja su propio carrito”, titulan los medios ingleses acompañando la noticia con varias fotos.
"Mr. y Mrs. Walles", como son conocidos en privado, todavía no se fueron de luna de miel, debido a las obligaciones laborales que el príncipe tiene con la Real Fuerza Aérea, que no distingue entre príncipes y plebeyos. Por eso, el viaje de los flamantes esposos se iniciará el 30 de junio, con destino secreto, a pedido del príncipe.
Los duques iniciaron su vida de casados en la romántica isla de Anglesey (noroeste de Gales), en una casa alquilada -un tradicional “cottage” inglés-, con el fin de que el príncipe pudiera seguir trabajando en una base aérea cercana.
Se calcula que la pareja paga 900 euros mensuales por el alquiler de la casa, de cinco dormitorios, que se levanta en una zona apartada de una remota granja con acceso privado a las playas de la bahía de Llanddwyn, al sur de la base militar de Valley.
La dirección exacta de la casa es un secreto muy bien guardado por sus vecinos. Algunos saben dónde viven, pero no lo quieren decir por respeto a la pareja. Muchos recibieron jugosas ofertas para develar el secreto a la prensa, pero las rechazaron. “Aquí nadie los molesta”, dice una vecina. “No son muy reconocidos cuando salen porque se comportan con mucha discreción cuando lo hacen”.
La policía galesa destina una unidad de quince oficiales armados para custodiar el hogar del príncipe, y para sus desplazamientos la pareja requiere, además, la colaboración adicional de Scotland Yard. Pero ya nadie se sorprende cuando Kate hace las compras en los supermercados de Holyhead, la ciudad portuaria más importante de la isla, como tampoco extraña a los habitantes ver a la pareja cenando en una mesa del pub local.
El príncipe regresó esta semana a su puesto de trabajo, como copiloto de helicópteros en operaciones de rescate, en la base Valley que la Real Fuerza Aérea (RAF) ocupa en Anglesey. Y mientras él trabaja, la duquesa realiza las tareas del hogar e incluso sale a comprar al supermercado local, como lo muestran unas fotos publicadas por el diario Daily Mail.
Periodistas y curiosos saben que no podrán obtener fotos exclusivas ni revelaciones sobre la vida de Kate y Guillermo por parte de los habitantes de la isla. Estos, aunque están encantados de que la zona reciba la atención mediática, se muestran reacios a revelar indiscreciones sobre sus reales vecinos.
«Relájese, disfrute de su hospitalidad y piérdase en sus ventosas praderas o en su espectacular costa», dice la web de esta isla, de apenas 70.000 habitantes, que desde 1967 está reconocida oficialmente como “Zona de Destacada Belleza Natural” y está unida al resto del país por un puente construido en 1826.
Allí se encuentran algunas de las playas más lindas del país y los que gustan caminar pueden incluso dar la vuelta a Anglesey, gracias a un camino paralelo a la costa. Además, en Anglesey se encuentra la estación de trenes con el nombre más largo del mundo: Llanfairpwllgwyngyllgogerychwyrndrobwllllantysiliogogogoch. Sólo los galeses son capaces de pronunciarlo.
La presencia de la pareja llevó publicidad y un 20% más de turistas a Anglesey. “La isla se está beneficiando de este interés global gracias a que los recién casados formarán aquí su hogar”, dice Selwyn Williams, presidente del Consejo Insular de Anglesey.
Así, sin maquillaje ni joyas, la futura reina de Inglaterra se muestra empecinada en imprimir a la monarquía el sello propio de dos jóvenes de su generación y confesó que piensa llevar la vida de “una simple esposa de un militar”. La duquesa no se inmuta ante los flashes y se toma su tiempo para comparar precios en las góndolas, elegir buenas marcas, controlar fechas de vencimiento y sobre todo seleccionar bien las verduras y las frutas.
Pero no olvida que es miembro de la familia de la reina Isabel II y será reina algún día. Aunque el príncipe manifestó su interés en que Kate no se involucrara de inmediato en la función pública, manteniendo un nivel mínimo de compromisos y exposición pública, según el Daily Mail, Kate también planea cumplir sus obligaciones oficiales como miembro de la Familia Real.
De momento, y debido a la necesidad de intimidad que tiene cualquier pareja de recién casados, los pocos actos en los que participará la duquesa serán las carreras de Ascot, el desfile militar que conmemora el cumpleaños de la reina en Londres y las fiestas por el cumpleaños 90 del duque de Edimburgo, abuelo de Guillermo. A finales de junio harán una visita oficial a Canadá, que será el primer viaje oficial como matrimonio, y en septiembre irán a California.
Por ahora Kate no tiene un papel determinado. “Diciéndolo de una manera un poco bruta, su deber es hacer a su esposo feliz y producir un heredero”, explica el prestigioso historiador real Hugo Vickers. Pero sus obligaciones podrían incrementarse debido al fervor popular que despierta la pareja, percibida por los británicos y por la familia real como un soplo de aire fresco para la monarquía.
Los Cambridge vivirán en Gales hasta el 2013. Algunos medios apuntan a que entonces vivirán en Clarence House (Londres), y otros en el palacio de Kensington. Y hay muchos que aseguran que Isabel II les ofreció vivir con ella en Buckingham. De aceptar, los recién casados coincidirían con la reina y su esposo de lunes a jueves, pero los fines de semana serían sus únicos inquilinos.
También una enorme granja, patrimonio del príncipe de Gales, se dibuja en el horizonte de Guillermo y Kate. Se trata de Harewood Park, una finca de 370 hectáreas con su propia iglesia, establos y viviendas para empleados que se están restaurando con las últimas tecnologías ecológicas.
La mansión original fue demolida en 1959 y en su lugar se va a construir una casa de dos pisos en la que quizás fijarán su residencia campestre los príncipes recién casados. Mientras tanto, los príncipes tendrán su “nidito de amor” en esa aldea alejada de la agitada Londres en la que sólo se escuchan el viento, el mar y las ovejas.
Darío Silva D'Andrea
Publicado en Perfil.com