A excepción de algunas visitas esporádicas, la mujer que llegó convertirse en Princesa de Baviera no regresó jamás a su patria y murió en Alemania, país en el que vivió las dos guerras mundiales. «La descubrí escribiendo el libro sobre su madre (Isabel II. Melodía de un recuerdo) y enseguida me llamó la atención porque de todos los hijos de la reina quizás fue la que alcanzó mayor estabilidad y felicidad», comenta María Teresa Álvarez.
Era también la más buena. Y por ello querida por todos, recuerda la periodista y escritora que se embarca en esta nueva aventura literaria tras sacar al mercado su primera novela 'El enigma de Ana'. «En este caso abordo una biografía, más que una novela histórica, trato de contra la vida de esta mujer».
Y para ello se apoya, María Teresa Álvarez en un testimonio de primera mano porque basa buena parte de sus 372 páginas en los diarios de la propia infanta Paz de Borbón publicados a su muerte por Adalberto, uno de sus hijos. «Fueron evidentemente una fuente valiosísima de documentación y de hecho extracto textos textuales porque son muy descriptivos de lo que quiero contar».
También indagó la periodista, como no podía ser de otro modo, en las publicaciones periódicas de la época, revistas y diarios como 'Abc', 'La Vanguardia' y 'La Ilustración' de los que extrae noticias sobre la Princesa de Baviera y el contexto de su vida.
Casada en 1883 con el príncipe Luis Fernando de Baviera, primo carnal suyo porque era hijo del príncipe Adalberto de Baviera y la infanta Amalia Filipina de Borbón (hija del infante Francisco de Paula de Borbón y nieta del rey Carlos IV), tuvo tres hijos Fernando María, Adalberto Alfonso y María del Pilar.
La princesa de Baviera querida por su pueblo, pero criticada por los nazis por su carácter pacifista, murió a los 84 años en el Palacio de Nymphenburg donde vivió toda su vida tras salir de España. De ella, cuenta Álvarez, «se decía que por sus valores, su catolicismo y bondad, era algo tonta, algo ñoña, pero hay una anécdota que demuestra que en realidad era mejor que muchas personas. Su hermana Eulalia, considerada la transgresora y moderna de la familia tuvo un hijo gay, Luis Fernando, a quien ordenó hacer el vacío y que no obstante siempre contó con el cariñó y el apoyo de su tía Paz».
Supuesta hija de Miguel Tenorio, un secretario de Isabel II, hay otro detalle que marcó la atracción de María Teresa por esta infanta «buena»: «Cuando vivió en Baviera, se llevó con ella a este hombre, que vivió hasta su muerte en un ala del palacio alemán y al que cuidó con devoción cuando sufrió una apoplejía, algo que me enternece y me hace quererla porque pienso que entonces sabía que era su padre».
Los testimonios de la época y el amplio álbum de fotografías, algunas inéditas, de la infanta Paz completan un libro que descubre a uno de los personajes de la monarquía española menos conocidos ya ojos de la escritora, más atractivos, fundadora por ejemplo del colegio alemán Pedagogium en el que quiso conciliar «genio español y discplina alemana».