9 de junio de 2011

Hitler, la KGB, y la prensa: Buckingham es el centro del espionaje mundial

A raíz del polémico caso de espionaje y escuchas telefónicas que afecta a la Familia Real Británica y otras personalidades -entre famosos y políticos- de Inglaterra, hacemos aquí un breve resumen de las historias más interesantes relacionadas con el Palacio de Buckingham y el espionaje.

» A la Corte Británica le pincharon los teléfonos

Los primeros casos se dieron durante la Segunda Guerra Mundial, cuando se sospechaba que un príncipe alemán emparentado con el rey Jorge VI daba informaciones precisas a Hitler para llevar a cabo el bombardeo del palacio, en 1940.

También sir Anthony Blunt - responsable de la pinacoteca real durante los reinados de Jorge VI e Isabel II- confesó en 1964 a los servicios secretos británicos que había espiado para los rusos durante la guerra, cuando trabajaba en el servicio de espionaje británico.

La KGB (el servicio secreto soviético) logró ubicar a dos espías en el palacio de Buckingham durante las décadas de los 60 y 70 para vigilar las conversaciones de la reina Isabel II con el gobierno y con jefes de Estado extranjeros.

Los dos agentes lograron instalar un discreto sistema de escucha en el interior del palacio que les permitía grabar las conversaciones de la reina, y hasta consideraron reclutar al príncipe Michael de Kent, primo de la reina, para obtener información.

Más tarde, durante los turbulentos años de crisis matrimonial del príncipe Carlos y Lady Di, las conversaciones telefónicas de ambos con sus amantes fueron un banquete para la prensa sensacionalista mundial y provocaron la estrepitosa caída de la popularidad y el prestigio de la Monarquía.

Hace ocho años, el diario Daily Mirror envió a un periodista, Ryan Parry, para que se incorporara al Palacio de Buckingham como falso mayordomo, participando de la vida diaria de la reina y su familia. Aduciendo que lo hacía en nombre de la seguridad nacional, el diario publicó un panorama íntimo y confidencial de la Casa de Windsor brindando al público detalles de lo más curiosos.

La cobertura puso al descubierto las pobres medidas de seguridad con que cuenta Buckingham, y el propio Parry destacó en su relato: “Sentía escalofríos al pensar en el desastre que un terrorista habría causado si hubiese estado en mi lugar”.

John O´Farrell, periodista del «Guardian», opinaba sarcástico: “Miren esas fotografías de un corpiño de la princesa Ana colgado sobre el respaldo de esa silla; un terrorista podría haber ocultado allí un par de granadas. ¡Y esas sorprendentes fotografías del pequeño perro galés de la Reina en sus aposentos privados! ¡Un miembro de Al-Qaeda fácilmente podría haber escondido una bomba de tiempo en ellos!”.

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