13 de junio de 2011

La boda de Alberto II garantiza la sucesión del principado de Mónaco

El príncipe encontró en Charlene Wittstock a su alma gemela, con la que, ha asegurado que le gustaría formar su propia familia y, por lo tanto, dar el principado un heredero legítimo. De no ocurrir, sería su hermana la princesa Carolina la soberana del principado, o bien el primogénito de ésta, Andrea Casiraghi.

Muchos hijos, ningún heredero...

Alberto de Mónaco, que durante años ha tenido que sufrir comentarios sobre una supuesta homosexualidad, sorprendió al mundo al tener que desvelar y reconocer que fruto de sus aventuras era padre de dos hijos: una niña estadunidense, Jazmín Grace; y un niño parisino de ascendencia togolesa, Alexander. Aunque ninguno de los dos tiene derechos dinásticos, la ley sobre la herencia de los padres si que les otorga ciertas prebendas.

Los cambios en la Constitución monegasca que realizó el príncipe Rainiero, en 2003, evitan que esos niños puedan llegar al poder, curiosamente por el mismo camino que él lo hizo. La madre de Rainiero, Carlota, era hija natural de Luis II, príncipe de Mónaco; hija a quien desdeñó presionado por su progenitor, Alberto I. Sin embargo, la reconoció como legítima cuando tenía 21 años y la llevó a vivir al principado. Del matrimonio de Carlota con el conde de Polignac nacieron dos hijos, Antoinette y Rainiero, quien finalmente se alzó con la corona del pequeño país.

Una pincelada histórica
Ricardo Mateos Sáinz de Medrano, especialista en casas reales europeas, articulista de las revistas Royalty Digest o The European Royalty History Journal y autor del libro Nobleza Obliga, entre otros, afirmó que el príncipe Luis II "fue un solterón empedernido que, como único miembro de su familia, carecía de herederos directos. De modo que a su muerte el trono de Mónaco debía de revertir, por línea genealógica legítima, a sus primos alemanes, los duques de Urach".

Sin embargo, el especialista explicó que, una vez finalizada la Primera Guerra Mundial, el estado francés impuso el veto a que algún alemán pudiera llegar a reinar en Mónaco y se hubo de buscar repuesto a toda prisa.

"Así, Luis II desempolvó a una hija ilegítima que había nacido años antes en Argel (se dice que con una lavandera), y Carlota fue legitimada convertida en princesa con el título de duquesa de Valentinois. También se la casó convenientemente con el conde Pierre de Polignac", relató.

El matrimonio fue un fracaso total desde los orígenes y, dada la situación singular del nacimiento de Carlota, se decidió que Luis II sería sucedido directamente por su nieto Rainiero saltándose así a Carlota.

Con lo que nadie contaba es que la hermana del príncipe, Antoinette, conspirara para que no fuera Rainiero el príncipe heredero, sino uno de sus hijos con la ayuda de "su segundo marido, Jean Charles Rey que intentaron, a comienzos de los años sesenta, hacerse con el trono mediante una maniobra bastante torpe que terminó en un estrepitoso fracaso", destacó Mateos.

Matrimonio por amor
Parafraseando el título del libro de Mateos, Nobleza Obliga, podríamos preguntarnos si Alberto de Mónaco estaba obligado a casarse, pero el escritor recordó que ya reinó soltero su bisabuelo Luis II "que se casó siendo ya muy, muy mayor. Por tanto no existe esa necesidad. 

De hecho, la sucesión está resuelta con los hijos de Carolina y, aunque Alberto II tiene dos hijos extramatrimoniales reconocidos, los ha excluido de la sucesión. Si se casa ahora debe ser por amor, o simplemente por contar con una compañía y una compañera en el seno de una familia muy nuclear y con muy pocos miembros. 

Además, Charlene está en edad de tener hijos y, en un lugar como Mónaco, siempre se agradece que haya una princesa consorte que sea guapa y sepa vestir bien".

En caso de que no tuviera descendencia de una manera natural, Andrea Casiraghi, el hijo mayor de Carolina, "recibiría los derechos que le llegan por vía de su madre y reinaría como príncipe. Es posible que de forma previa fuera reconocido príncipe de Mónaco por su tío y tomase el apellido Grimaldi como continuador de la dinastía".

Al ser la familia principesca de confesión católica los hijos del actual príncipe, al no haber nacido de "Santo matrimonio quedan automáticamente deslegitimizados", precisó Mateos.

Dinastía asegurada
Carolina, que ha venido ejerciendo, hasta el enlace, de primera dama del principado, podría contemplar esta boda como una amenaza para sus hijos.

"Carolina no debe de carecer de cierta ambición. Pero estos son los riesgos lógicos propios de toda familia reinante, si bien es posible que la princesa sepa cuáles son las intenciones de su hermano. Aunque es difícil saber cómo lo vive ella, de quien dicen quienes la conocen que es muy fría", comentó Mateos.

Si el primogénito del nuevo matrimonio es una niña, no tendría problemas para reinar, explicó Mateos, "puesto que la constitución lo permite a falta de hijos varones. En Mónaco los varones aún tienen preferencia sobre las mujeres, pero ellas no están incapacitadas para reinar".

El especialista en realeza europea reconoció que para el príncipe no ha sido fácil comenzar un reinado teniendo como antecedente a un padre con la personalidad de Rainiero, que supo negociar muy bien con Francia y sacar muy buen partido para su pequeño país.

"De hecho, yo creo que está haciendo una labor muy buena y la prueba es que no hay críticas ningunas a su persona, ni dentro ni fuera de Mónaco. Es un hombre muy conocido y muy querido en Mónaco, donde adoran a la familia principesca. Es muy, muy respetado", aseguró el experto en Casas Reales Europeas.

Fuente: Excelsior.com


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