A las puertas de su boda con Charlene Wittstock, Alberto II hace gala de su inmenso poder en el Principado. Todo está bajo su control.
Los preparativos de su enlace con Charlene Wittstock (1 y 2 de julio) confirman la condición de Alberto de Mónaco como monarca absoluto, siguiendo la tradición familiar que impera desde hace ocho siglos. Conquistado el peñón mediterráneo en 1297 gracias la fuerza y la astucia, los Grimaldi, desde François, el primero de su estirpe (se apoderó de la fortaleza disfrazado de monje franciscano), siempre han sido unos auténticos «déspotas» ilustrados.
Uno tras otro, cada miembro de la familia que llega al trono debe confirmar de manera visible esa condición de soberano todopoderoso. En este caso, Alberto II inauguró en 2005 su reinado al cambiar a todo el equipo gobernante, al sustituir a los hombres de confianza de su padre por su propia «guardia pretoriana», al reservarse todas las riendas del poder económico, empresarial, publicitario, policial, audiovisual, político y diplomático, y al relegar definitivamente a sus hermanas, las Princesas Carolina y Estefanía, al puesto de bellos «floreros» de la más alta alcurnia.
Cambio de bases
El Príncipe Rainiero ya rompió con el modelo económico heredado del pasado y cimentó un nuevo Mónaco marcado por la especulación inmobiliaria. Tras el largo reinado de su progenitor, Alberto ha trastocado muchos de los pilares de la política, la diplomacia, la economía y la imagen del Principado.
Su nuevo Mónaco está llamado a crecer hacia el mar, a través de gigantescas inversiones privadas. Al tiempo, la ecología y el respeto al medio ambiente conforman una de sus imágenes de marca.
Además, ha conseguido para su pequeño país una presencia e influencia sin precedentes en los grandes organismos internacionales. Es el propio Príncipe quien lidera las operaciones financieras y empresariales que están modificando la economía nacional. Con todo este proceso en marcha, también controla de principio a fin la fabulosa «operación» nacional que constituirá su matrimonio.
La boda de Rainiero con Grace Kelly, en abril de 1956, fue la manera de hacer oficial el modelo nacional de la segunda mitad del siglo XX. La de Alberto II con Charlene Wittstock será el gran distintivo del Mónaco del siglo XXI.
En cada detalle
Más allá del acontecimiento sentimental y familiar, este enlace posee múltiples ramificaciones empresariales y económicas que el Soberano cuida, matiza y vigila. De hecho, la retransmisión del enlace será todo un acontecimiento. Alberto II ha seguido de
La retransmisión de la boda será todo un acontecimientomanera muy cercana las negociaciones de la puesta en escena mundial de su boda. Y es que el gobierno de Mónaco pagará a una productora francesa un millón de euros para asegurarse la cobertura oficial de la ceremonia civil y religiosa.
Dicha señal será ofrecida gratuitamente a medio centenar de cadenas de televisión de los cinco continentes, que retransmitirán la ceremonia en directo. Pero Mónaco además venderá esas imágenes en alta definición a un precio que se mantiene como un secreto de estado. Numerosas cadenas, como es el caso de la ZDF alemana, desean tener su propia cobertura.
El Príncipe Alberto II también ha deseado dar a su estampa oficial los matices que él considera esenciales para la imagen de su reinado. Los850 invitados oficiales y los 3.500 restantes a los que se les agasajará con una copa en la plaza de la residencia palaciega podrán acceder al escenario del enlace de la manera que consideren oportuna, salvo el uso de helicópteros.
Pero el coche oficial de la pareja será un vehículo eléctrico: un Lexus LS 600h adaptado para la ocasión con una versión única y «ecológica». En realidad, ésta no es más que una llamada a los asistentes para seguir el ejemplo de los novios.
Para Alberto, la ecología y el gran lujo siempre son complementarios, y así lo demostrará. El menú de la cena de gala, que será ofrecida en la Ópera de Montecarlo, ha sido negociado con Alain Ducasse, el grandísimo chef francés que también dirige el Louis XV, el restaurante del Hotel de París, frente al Casino. Las legumbres ecológicas del jardín privado de la familia Grimaldi en Rocager (Alpes Marítimos) tendrán su protagonismo.
Los souvenirs (sellos, objetos de regalo...) han sido concebidos para daruna imagen de sencillez, modestia, armonía y respeto al medio ambiente al ser fabricados con materiales reciclables. El gran negocio de esta boda estará presente incluso a la hora de la firma del compromiso matrimonial. Montblanc ha fabricado una serie limitada de plumas y bolígrafos conmemorativos.
El Príncipe tan sólo ha abandonado su condición de monarca absoluto en la organización de su enlace ante un «detalle» capital: Charlene ha podido tratar «a solas» con Giorgio Armani los detalles de su vestido. Pero juntos han escogido al grupo que animará el concierto que tendrá lugar la misma noche del enlace: los Eagles. Y es que los autores de «Hotel California» interpretarán las canciones que tanto Alberto como Charlene asocian a su propia historia de amor.
Artículo publicado en ABC (España)
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