El FMI obliga al rey swazi a suspender una fiesta de 1,2 millones de dólares con la que planeaba conmemorar sus 25 años como monarca absoluto.
El último monarca absoluto que queda en África, uno de los hombres más ricos del continente y que aparece con asiduidad en la lista Forbes, ha decidido suspender la fiesta con la que tenía pensado homenajearse por sus 25 años en el trono de Suazilandia, un pequeño país del sur del continente enclavado entre Sudáfrica y Mozambique. “Las bodas de plata han sido pospuestas indefinidamente”, declaraba el ministro del Interior, Mgwagwa Gamedze.
Parece que el rey, Mswati III, cree que no es un buen momento para gastarse 1,2 millones de euros en un festejo a todo lujo, como acostumbra, cuando tiene al país levantado en la calle cansado de rellenar los pucheros con polvo y al Fondo Monetario Internacional (FMI) visitando su país y controlando los desmesurados gastos del monarca y su infinita familia.
Una situación que hizo que el pasado mes su pueblo tomara las calles a la española (pacíficamente) y se encontrara con una respuesta muy a la árabe, con decenas de detenidos y apaleados, mientras se expulsaba a toda la prensa extranjera para no dejar rastro de los moratones.
“El rey está preocupado por la economía del país”, anunciaba el lunes el periódico suazilandés Observer, controlado por el Gobierno, en una bochornosa operación de lavado de imagen.
Ha necesitado tiempo Mswati para preocuparse, ya que su reino es uno de los países más pobres del mundo -parece que podría ocupar en los próximos informes una de las primeras plazas- y su economía tiene un déficit del 14% anual.
Una realidad que no ha impedido que el hombre que tiene 13 esposas y más de 20 hijos todas viviendo en palacios y usando jet privados para irse de compras a las mejores tiendas del extranjero, aumentará este año el presupuesto que tiene asignado su vasta estirpe hasta los 21 millones de euros, un 20% más que el año anterior.
Un regalo de 20 BMW
Sin embargo, la presión internacional y la latente revuelta interior le están empezando a dar quebraderos de cabezas a Mswati III, que ha sufrido en la reciente boda real inglesa la humillación de ser obligado a entrar en la iglesia por una puerta lateral ante el comité de bienvenida que le esperaba frente al reciento para recordarle sus buenas maneras. “No le hemos visto, ha entrado por una puerta lateral”, decía uno de los suazis que esperaba “saludar” a su rey.
Un regalo de 20 BMW
Sin embargo, la presión internacional y la latente revuelta interior le están empezando a dar quebraderos de cabezas a Mswati III, que ha sufrido en la reciente boda real inglesa la humillación de ser obligado a entrar en la iglesia por una puerta lateral ante el comité de bienvenida que le esperaba frente al reciento para recordarle sus buenas maneras. “No le hemos visto, ha entrado por una puerta lateral”, decía uno de los suazis que esperaba “saludar” a su rey.
En todo caso, la majestuosa celebración estaba previsto que se celebrara en septiembre, así que habrá que esperar a que se vayan los miembros del FMI para ver si se repite lo acontecido hace tres años, en 2008, cuando el monarca festejó el "40/40".
Una fiesta de lujo para conmemorar su 40 cumpleaños y los 40 años de independencia de Suazilandia que terminó a golpes cuando el pueblo se sublevó al comprobar que Mswati III había decidido comprarse para su cortejo 20 flamantes nuevos BMW.
Hubo disturbios y palos, mientras el bueno del monarca pensaría que había tenido el detalle de comprarse sólo 20 cuando podían haber sido 40 para hacer juego con la efeméride.