3 de julio de 2011

Madrid estrena una visita guiada para niños alrededor del Palacio Real

Una enternecedora visita guiada para niños recorre la intimidad de los niños y niñas que habitaron la majestuosa residencia madrileña de los Reyes de España.
"Cuando hicieron reina a Isabel II tenía tres años... ¡como Alma!". La guía de la ruta del Ayuntamiento de Madrid -"Los misterios de palacio"- lleva a la pequeña turista al centro del grupo. 

"¿Y qué hace una reina de tres años?", le pregunta. Desde su metro escaso de altura, Alma observa el círculo de desconocidos y corre a los brazos de su madre. "Exactamente eso", dice la guía, "refugiarse en la regente María Cristina".

En la nueva visita municipal (los domingos a las once, con una entrada de 7,65 euros) los niños son los reyes. "Esta es la historia de un niño que se llamaba Felipe y vivía en Versalles", arranca la guía. "Cuando llegó a Madrid se encontró con una casa que se llamaba el Alcázar y no le gustó demasiado. 

Por eso, cuando se quemó, pensó, 'Ahora me voy a hacer un palacio de los que a mí me gustan', y trajo hasta un arquitecto extranjero". No está mal la explicación de cómo Felipe V encargó al siciliano Felipe Juvarra la construcción de un proyecto magnífico, con sabor francés. 

La historia del Palacio Real de Madrid no es sencilla y, para amenizarla, la visita cuenta con actores disfrazados de época que surgen de las esquinas del Madrid de los Austrias y los jardines de Sabatini. Así, Carlos III, armado con una escopeta, se distrae con las tórtolas, y explica que quiso limpiar Madrid, "porque esto era un despiporre".

"Mis vasallos son como niños", cuenta la guía que dijo el rey: "Cuando les lavas, lloran". "A mí tampoco me gusta", dice Alma, y luego, "quiero salchichas". "Los niños se aburren enseguida, hay que hacerles partícipes", explica Pilar Martín-Laborda, asesora de programas culturales del palacio (que, por cierto, acaba de estrenar unas signoguías en PDA para personas sordas). 

Durante el verano cesan las visitas para escolares, pero la experta tiene consejos para los padres que se aventuren solos por el edificio: "No hay que atosigarles para que vean todo, mejor elegir tres cosas. Los más pequeños se fijarán en los objetos; a partir de los ocho años, les atraerán más los personajes, y los más mayores mostrarán interés por los géneros, como el barroco, porque ya lo dan en clase".

Se puede contar la historia del Ratoncito Pérez, que escribió el padre Coloma para el infante Alfonso XIII, explicar en el salón del trono que los reyes ya no se sientan porque la soberanía está en el pueblo o detenerse en curiosidades, como el reloj con una sola aguja del patio o la armadura para perro que hay en la armería.

La visita Los misterios de palacio no entra en el edificio, pero explica que iba a ser cuatro veces más grande ("cuando vieron que no les cabía, lo hicieron más alto"). También narra la leyenda según la cual las estatuas de la cornisa se quitaron porque la reina soñó que se le caerían encima (aunque lo más probable es que al neoclásico Carlos III le parecieran pomposas). 

Cuando el actor que hace del rey cuenta que su arquitecto, Francesco Sabatini, era aficionado al tenis, los niños no pillan el chiste, pero los padres lo agradecen. Luego, Francisco de Paula, uno de los 14 hijos de Carlos IV, se queja con voz infantil de lo difícil que es ser el más pequeño. "En este palacio somos muchos elifantes yelifantas", dice, "menos mi hermano mayor: ese es delfín".

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