5 de noviembre de 2011

Faltan pruebas para procesar a Jorge Zorreguieta, padre de la princesa Máxima de Holanda


Mientras la Liga Argentina de los Derechos del Hombre intenta demostrar la colaboración de Jorge Zorreguieta, el padre de Máxima de Holanda, en la "guerra sucia" de Argentina, todavía no se hallaron suficientes pruebas para procesarlo. ¿Qué piensa la sociedad holandesa?





Siguen sin hallarse suficientes pruebas para procesar a Jorge Zorreguieta, padre de la princesa Máxima de Holanda. El abogado argentino y apoderado de la Liga Argentina de los Derechos del Hombre, Rodolfo Yanzón, intenta demostrar la colaboración de Zorreguieta en la "guerra sucia" de Argentina, entre 1976 y 1983.

En un programa de la televisión holandesa, Yanzón declaró su convencimiento de que el entonces secretario de Estado del Ministerio de Agricultura estaba informado de las "desapariciones" de opositores a la junta militar del general Jorge Videla. Pero faltan pruebas contundentes.

Durante la llamada "guerra sucia", unos 30.000 opositores al régimen fueron detenidos, torturados y asesinados o arrojados al mar. Muchos siguen desaparecidos. También desaparecieron muchos trabajadores del Intituto de Agricultura (INTA), del que Zorreguieta era responsable. A pesar de algunas declaraciones de testigos, Zorreguieta niega toda implicación.

La presencia de Jorge Zorreguieta, ex funcionario de la dictadura militar y padre de la princesa Máxima, en la coronación de su hija, divide a los holandeses. Mientras los políticos amenazan con boicotear la coronación del futuro rey y de su esposa argentina, una mayoría de holandeses (56%) manifiesta estar de acuerdo con la presencia de Zorreguieta en la que, al fin y al cabo, será la ceremonia consagre Reina a su hija mayor.




En 2001, al ser anunciado el compromiso del príncipe Guillermo Alejandro con Máxima, el gobierno de Holanda dijo que Zorreguieta -que fue Secretario de Agricultura durante la presidencia de facto de Jorge Videla- no tenía “muertos en su conciencia. Expertos y periodistas indagaron sobre su pasado y no le descubrieron ninguna responsabilidad en los crímenes y desapariciones de la dictadura. Sin embargo, muchos aseguran que tendría que haber estado mínimamente informado de las violaciones contra los Derechos Humanos que se cometían regularmente en nuestro país.

Este año, fue presentada en Holanda una nueva denuncia de una familia argentina que responsabiliza a Jorge Zorreguieta de la desaparición, en 1977, de Samuel Leonardo Slutzky. “Zorreguieta ha mantenido una alta posición en un régimen criminal y tuvo la oportunidad de tomar distancia de la política criminal. En ningún momento dio un paso en esa dirección”, enfatiza Liesbeth Zegveld, abogada de la familia. “Pero esto va más allá. Zorreguieta se mantiene hasta el momento negando toda responsabilidad y no facilita información”.

Bajo el titular “Líbranos de Zorreguieta”, el diario De Volkskrant publica un editorial de Hedy d’Ancona, ex ministra de Cultura y ex miembro del Parlamento Europeo, en el que explica que en la Secretaria de Zorreguieta había un militar que elaboraba listas de personas “difíciles”, miembros de sindicatos, intelectuales y dirigentes de cooperativas que luego fueron detenidos y desaparecidos.

En su comentario d’Ancona señala que siente una profunda vergüenza, cada vez cuando ve imágenes de Zorreguieta, acompañado por su hija o la reina Beatriz de Holanda, entre en un lugar público en Holanda, caminando sobre una alfombra roja. “Nadie puede hacer la vista gorda ante la complicidad con crímenes de lesa humanidad”, afirma. “Todos deben concienciarse de que las apariciones públicas de Jorge Zorreguieta abren viejas heridas, no solamente entre los familiares de las víctimas de la dictadura, sino también entre muchos holandeses”.

Sin embargo, hay quienes reflexionan sobre la bipolaridad de la postura holandesa ante los gobiernos criminales extranjeros, y a eso apunta, por ejemplo, el periodista Edwin Koopman, de Radio Nederland: “Quizá el programa de actualidad andaba corto de noticias… Zorreguieta es la perfecta cabeza de turco de la selectiva indignación holandesa. Holanda, la ‘conciencia del mundo’, que hace negocios con la cuestionable China. Que ya no recibe al Dalai Lama. Donde Guantánamo Bay desapareció de la agenda. Se olvidó del hambre en Somalia. Y qué decir de las masacres en Indonesia, por las cuales nunca ningún ministro holandés ha tenido que asumir responsabilidad. Pero, tan pronto surge Zorreguieta, comienzan a sonar las alarmas. Porque sobre la conducta ajena, Holanda gustosamente adopta posturas de principio”.

Darío Silva D'Andrea
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