Hay temas de los que en Tailandia no se habla. Por ejemplo, de la película «Ana y el rey», la producción hollywoodiense protagonizada por Jodie Foster y ambientada en el antiguo reino de Siam.
El Gobierno no permitió que se grabaran escenas en su territorio porque el guión significaba un “insulto” a una monarquía que, junto con el budismo, es el pilar fundamental de la estabilidad tailandesa.
Por eso fue creada hace pocos años la Oficina para la Prevención y Supresión de Crímenes Tecnológicos, una división del gobierno encargada de examinar todos los sitios web utilizados por los tailandeses, desde cuentas en Facebook y Twitter hasta blogs personales y sitios de información.
Por eso fue creada hace pocos años la Oficina para la Prevención y Supresión de Crímenes Tecnológicos, una división del gobierno encargada de examinar todos los sitios web utilizados por los tailandeses, desde cuentas en Facebook y Twitter hasta blogs personales y sitios de información.
¿El objetivo? Suprimir y censurar todos aquellos en los que se critique o se difame el nombre del rey tailandés, Bhumibol Adulyadej, y su familia.
Bhumibol, de 83 años, es una figura altamente reverenciada y respetada por los tailandeses, y la devoción que reciben alcanza niveles poco vistos en otros países; llegando a ser contemplado como figura cuasi divina por la mayoría de los ciudadanos.
En las calles de las distintas ciudades abundan sus retratos y en las salas de cine los asistentes siempre se ponen de pie cuando pasan un breve documental sobre su vida como preámbulo de las películas. En todo el país se contemplan penas de 3 a 15 años de cárcel para cualquiera que “difame, insulte o amenace al rey, a la reina, al heredero al trono o al regente”.
Según «The New York Times», hasta diez agentes forman parte de la oficina de “cibercensura”, que en el transcurso de los últimos cuatro años ya suprimió 60.000 páginas y bloqueó otras 10.000 por ser detectados insultos o críticas hacia el rey y a su familia.
Además, la Ley de Delitos Informáticos prevé hasta cinco años de prisión por la difusión digital de información que amenace la seguridad nacional o viole “la paz, concordia o buena moral del pueblo”.
La tarea es llevada a cabo por un equipo de 10 especialistas en computación, encabezado por Surachai Nilsang, quien explica: “Lo que nos empuja a hacer nuestro deber es que amamos y reverenciamos a la Monarquía”.
Perseguidos por Surachai y su equipo, varios extranjeros fueron condenados en el pasado, pero casi todos fueron indultados por el rey, como Somsak Jiamteerasakul, un profesor de historia de la Universidad de Thammasat, recientemente procesado por publicar en Internet una serie de artículos sobre la princesa Chulabhorn, hija menor del rey.
En octubre, el estadounidense de origen tailandés Joe Commart Gordon, de 54 años, fue declarado culpable del delito de “lesa majestad”. Fuentes policiales dijeron que publicó varios artículos “ofensivos” hacia la monarquía en su blog e incluyó en 2007 un enlace a una sinopsis del libro «El rey nunca sonríe», escrito por el periodista Paul M. Handley y prohibido en el país.
Gordon, vendedor de coches en Estados Unidos, fue detenido en mayo en Tailandia y desde entonces solicitó la libertad bajo fianza en ocho oportunidades, pero siempre se le denegó. Por eso decidió cambiar su declaración primera de inocencia y declarase culpable ante el tribunal encargado de enjuiciarlo.
El último caso es el de Ampon Tangnoppakul, de 71 años, que fue declarado culpable por enviar los mensajes ofensivos al celular de un funcionario que trabajó para el ex primer ministro Abhisit Vejjajiva, durante un brote de protestas en contra del gobierno el pasado año.
La cifra de procesos por delitos de “lesa majestad” llegó a cientos en los últimos años enTailandia, cuando en la década de 1990 apenas se denunciaba una decena, según el Grupo de Concienciación del Artículo 112, organización que hace campaña contra la vigencia de esta ley, indican que la campaña infringe las libertades civiles.
Este grupo, formado por unos 350 escritores e intelectuales tailandeses publicó comunicado este año en el que denunciaba la ley y pedían que se pueda discutir de forma constructiva sobre la monarquía. Asimismo, un grupo de 112 profesores de origen tailandés y extranjero expresaron en una carta abierta a la primera ministra Yingluck Shinawatra que la represión amenazaba “el futuro de la democracia en Tailandia”.
Bhumibol, de 83 años, es una figura altamente reverenciada y respetada por los tailandeses, y la devoción que reciben alcanza niveles poco vistos en otros países; llegando a ser contemplado como figura cuasi divina por la mayoría de los ciudadanos.
En las calles de las distintas ciudades abundan sus retratos y en las salas de cine los asistentes siempre se ponen de pie cuando pasan un breve documental sobre su vida como preámbulo de las películas. En todo el país se contemplan penas de 3 a 15 años de cárcel para cualquiera que “difame, insulte o amenace al rey, a la reina, al heredero al trono o al regente”.
Según «The New York Times», hasta diez agentes forman parte de la oficina de “cibercensura”, que en el transcurso de los últimos cuatro años ya suprimió 60.000 páginas y bloqueó otras 10.000 por ser detectados insultos o críticas hacia el rey y a su familia.
Además, la Ley de Delitos Informáticos prevé hasta cinco años de prisión por la difusión digital de información que amenace la seguridad nacional o viole “la paz, concordia o buena moral del pueblo”.
La tarea es llevada a cabo por un equipo de 10 especialistas en computación, encabezado por Surachai Nilsang, quien explica: “Lo que nos empuja a hacer nuestro deber es que amamos y reverenciamos a la Monarquía”.
Perseguidos por Surachai y su equipo, varios extranjeros fueron condenados en el pasado, pero casi todos fueron indultados por el rey, como Somsak Jiamteerasakul, un profesor de historia de la Universidad de Thammasat, recientemente procesado por publicar en Internet una serie de artículos sobre la princesa Chulabhorn, hija menor del rey.
En octubre, el estadounidense de origen tailandés Joe Commart Gordon, de 54 años, fue declarado culpable del delito de “lesa majestad”. Fuentes policiales dijeron que publicó varios artículos “ofensivos” hacia la monarquía en su blog e incluyó en 2007 un enlace a una sinopsis del libro «El rey nunca sonríe», escrito por el periodista Paul M. Handley y prohibido en el país.
Gordon, vendedor de coches en Estados Unidos, fue detenido en mayo en Tailandia y desde entonces solicitó la libertad bajo fianza en ocho oportunidades, pero siempre se le denegó. Por eso decidió cambiar su declaración primera de inocencia y declarase culpable ante el tribunal encargado de enjuiciarlo.
El último caso es el de Ampon Tangnoppakul, de 71 años, que fue declarado culpable por enviar los mensajes ofensivos al celular de un funcionario que trabajó para el ex primer ministro Abhisit Vejjajiva, durante un brote de protestas en contra del gobierno el pasado año.
La cifra de procesos por delitos de “lesa majestad” llegó a cientos en los últimos años enTailandia, cuando en la década de 1990 apenas se denunciaba una decena, según el Grupo de Concienciación del Artículo 112, organización que hace campaña contra la vigencia de esta ley, indican que la campaña infringe las libertades civiles.
Este grupo, formado por unos 350 escritores e intelectuales tailandeses publicó comunicado este año en el que denunciaba la ley y pedían que se pueda discutir de forma constructiva sobre la monarquía. Asimismo, un grupo de 112 profesores de origen tailandés y extranjero expresaron en una carta abierta a la primera ministra Yingluck Shinawatra que la represión amenazaba “el futuro de la democracia en Tailandia”.
Darío Silva D'Andrea