3 de febrero de 2012

Isabel II y Victoria, dos monarcas clave en la historia británica

Separadas casi por un siglo, Isabel II y su bisabuela comparten una enorme popularidad y detalles clave de sus biografías.


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Separadas casi por un siglo, Isabel II y su bisabuela, la reina Victoria, comparten, además del récord de permanencia en el trono, una enorme popularidad y detalles clave de sus biografías.

La soberana cumple el 6 de febrero 60 años como reina, cifra solo superada en los mil años de historia de la monarquía británica por Victoria, que con más de 63 años en el trono dio nombre a una era, la victoriana.

Son bastantes las semejanzas entre estas dos mujeres que reinaron en distintos períodos de la historia.

Si algo marcó la época victoriana fue la expansión del Imperio británico: Victoria reinó sobre 300 millones de almas y una cuarta parte del mundo, desde la India a la isla de Ascensión en el Atlántico Sur.

En su nombre se bautizaron innumerables localizaciones geográficas, desde lagos y cascadas en África a ciudades en Texas (EE.UU.) y Canadá, vastos estados en Australia, paradisiacas islas en el Índico e incluso una sección de la Antártida.

Sin embargo, con Isabel II el poderío británico se ha visto muy reducido.

A su llegada al trono, en 1952, era jefa de Estado de 32 países, cifra que ha quedado reducida en la actualidad a 16, después de los procesos de independencia vividos en los años 50 y 60.

Ello no ha impedido que Isabel II haya sido una reina muy viajera, mucho más que su bisabuela, que en 63 años de reinado solo visitó Francia, Italia, Alemania e Irlanda.

La reina Isabel ha realizado más de 325 viajes dentro del Reino Unido y al extranjero, incluidos 43 países de la Commonwealth, y la edad no le impidió visitar por tercera vez Australia en octubre pasado cuando ya contaba con 85 años.

Ambas soberanas comparten sin embargo haber sido testigos de excepción de grandes cambios.

La austera Victoria, que llegó al trono a los 18 años en 1837, vivió una época de cambios científicos y sociales.

El historiador sueco Herbert Tingsten describió la época victoriana como el momento en el que los británicos "lideraron prácticamente todos los campos...tecnología, prosperidad, sistema político y poesía".

Durante su reinado, que se alargó hasta 1901, se abolió la esclavitud, se reguló el trabajo de niños y mujeres y se legalizó el derecho de huelga.

Para las dos longevas monarcas, el papel de los consortes ha sido además muy importante en sus vidas y reinados.

La intensa relación entre Victoria y su esposo, el príncipe Alberto de Sajonia-Coburgo-Gotha, es de sobra conocida: fue el padre de sus nueve hijos, su amigo e influyente asesor en sus deberes de reina.

En el caso del duque de Edimburgo, aunque ha sido una figura inseparable en la vida de Isabel II, su papel ha sido más discreto públicamente, pese a sus aireadas meteduras de pata.

De conocido carácter autoritario, el príncipe Felipe tuvo que renunciar de manera dolorosa a dar su apellido, Mountbatten, a sus cuatro hijos y su figura ha quedado de puertas afuera reducida a mero acompañante de la Reina y a actividades benéficas.

Si algo une a Victoria y a su bisnieta Isabel II, además de su afición a pesar largas temporadas en el gélido castillo de Balmoral en Escocia, es la popularidad disfrutada durante su reinado.

Victoria, la primera reina en ser fotografiada y filmada, gozó del aprecio de sus súbditos a pesar de que tras la muerte de su marido en 1861 se retiró de la vida pública.

En una época de mucha mayor exposición mediática, Isabel II ha conseguido mantener ese respeto y admiración por parte de los británicos, pese a tener que lidiar con episodios que han puesto a la monarquía en jaque como divorcios y escándalos en su familia, incluida la muerte de Diana de Gales.

Isabel II ha conseguido solventar todo ello gracias a una enorme profesionalidad y una importante e implacable maquinaria de relaciones públicas a su alrededor. EFE


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