16 de febrero de 2012

Una antigua ley inglesa obliga a cientos de personas a pedir permiso a Isabel II para casarse

Todos los descendientes del rey Jorge II de Inglaterra (siglo XVIII) deben obtener el permiso real.


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Los preparativos nupciales suelen ser un caos para cualquier novia. El vestido, los invitados, la cena, el ramo... todos los elementos constituyen una verdadera pesadilla, especialmente cuando no se cuenta con demasiado tiempo. Pero existe algo mucho peor que ello: saber que en cualquier momento la palabra de la Reina de Inglaterra puede arruinarte los planes.

A pesar de que pueda resultar ridículo, esto es vivido desde hace 240 años por cientos de descendientes del rey Jorge II de Inglaterra (1727-1760): en base a una ley aprobada en Inglaterra en 1772 cualquier descendiente de aquel monarca de la Dinastía Hannover no puede casarse sin el consentimiento expreso del monarca gobernante.

Aunque muy antigua, esta ley todavía está en vigencia en Gran Bretaña, por lo que los funcionarios del Palacio de Buckingham debe asistir a las bodas para confirmar el consentimiento real, portando con ellos los pergaminos oficiales firmados por la reina Isabel II.

Esta descabellada situación se inició después que el rey Jorge III ("el Rey Loco") se enojara con sus hermanos e hijos por haberse casado con mujeres plebeyas. Decidió entonces que el monarca gobernante debe decidir quién entra a formar parte de su familia por matrimonio.

Recién hoy, dos siglos y medio después de que esta ley comenzara a tener vigencia, es posible derogarla, pero no es tan simple: la reina de Inglaterra y sus funcionarios están obligados jurídicamente a pedir a todos los líderes de la Mancomunidad de Naciones (Commonwealth) su consentimiento para eliminar esta cláusula, sin duda trivial.

Mientras tanto, cientos y cientos de descendientes legítimos del rey Jorge II, saben que, sin el permiso de la reina, su matrimonio podría ser considerado ilegal. El príncipe Ernesto Augusto de Hannover (descendiente de Jorge III), por ejemplo, tuvo que ir al Palacio de Buckingham a solicitar el permiso de la reina Isabel para casarse con la princesa Carolina de Mónaco.

La señora Katharine Nicolson -también descendiente de Jorge III a través de la reina Victoria- contó al diario inglés The Times cómo un funcionario del palacio fue en persona a su boda para presentar la aprobación real, en 1980. "Tenemos un documento en pergamino con un sello hermoso a lo grande, firmado por la Reina".

Décadas antes, el padre de Nicolson, Alexander Ramsay, decidió casarse con Lady Flora Fraser y solicitar urgentemente el permiso real. Por eso, Isabel II, que se encontraba de vacaciones en el Yate Real Britannia, fue convocada repentinamente a un precipitado Consejo Privado para poder sopesar los pros y los contras del matrimonio y luego dar la aprobación real.

La señora Nicholson dijo: "El punto crucial es que así es la ley y así tiene que hacerse". En marzo del 2011, la reina dio el consentimiento al matrimonio de su nieto, Guillermo, con Catalina Middleton.

"Con suerte", dice el diario The Mail, "la situación se resolverá a su debido tiempo, lo que permitirá a la reina el ahorro de una buena cantidad de papeleo, y a un montón de novias y novios les ahorrará muchas noches sin dormir".

Darío Silva D'Andrea


Pergamino con la firma de Isabel II dando el consentimiento al matrimonio del príncipe Guillermo.

Caja que contiene el consentimiento de Isabel II al matrimonio del príncipe Guillermo, con el Sello Real.




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