1 de mayo de 2012

El emperador Akihito desea modernizar los rituales funerarios imperiales que se celebrarán a su muerte

JAPÓN | El emperador japonés desea ser incinerado tras su fallecimiento, con la esperanza de evitar la excesiva muestra de fastuosidad ceremonial y para simplificar en la manera de lo posible el complicado proceso funerario de la Casa Imperial.


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Durante una rueda de prensa en el Palacio Imperial de Tokio, Shingo Haketa, Secretario General y Portavoz de la Agencia Imperial Japonesa (Kunaicho), informó el deseo del emperador Akihito de ser incinerado en caso de su fallecimiento con la esperanza de evitar la excesiva muestra de fastuosidad ceremonial y para simplificar en la manera de lo posible el complicado proceso funerario que se ha hecho tradicional en la Casa Imperial. El portavoz imperial anunció además que un grupo de especialistas analizará el deseo del soberano nipón.

Entre los motivos que han impulsado al emperador Akihito para manifestar esta intención (por ahora no refrendada oficialmente por la ley protocolaria de la Casa Imperial) se puede contar el hecho de que ya en Japón casi cien por cien de los casos, a los fallecidos se practica la cremación, por lo que esta nueva medida puede ser un paso más de la Casa Imperial hacia la modernización de sus usos y costumbres.

Hidehito Higashitani, catedrático de Literatura en la Universidad japonesa de Himeji Dokkyo, explica: "El emperador Akihito por su habitual discreción e inteligencia mostradas a lo largo de sus 24 años de reinado piensa que no es conveniente cargar a la economía nacional de unos costosos gastos por una serie de actos ceremoniosos y además es muy posible que tenga el temor a que la tradicional fastuosidad en los actos de las honras funerales pueda llegar a desentonar con el difícil momento que vive el país, en el que, estando todavía a un año del desastre nacional, mucha gente sigue obligada a vivir sin casas ni muchos recursos económicos".

Los casos de cremación del cadáver de los Emperadores no son muy raros en la larga historia de la Casa Imperial japonesa. De hecho se pueden contar por lo menos unos 41 casos de incineración entre los 124 emperadores registrados en la Historia de Japón según lo que atestiguan las crónicas conservadas a lo largo de su milenaria historia imperial. Sin embargo, en la época más reciente, han venido siendo inhumados todos los emperadores de los últimos 350 años desde la primera mitad del siglo XVII hasta ahora, lo que convierte actualmente este uso en una de las costumbres establecidas como fijas.

En el caso del funeral del anterior emperador, Hirohito, en 1989, los actos duraron unos 50 días y siguieron al pie de la letra los protocolos tradicionales. Los gastos superaron nada menos que unos diez mil millones de yenes, que equivale a unos cien millones de euros. Si se realizara este deseo de Akihito de simplificar el proceso funerario, sería sin duda un cambio casi "revolucionario", porque según  Hidehito Higashitani las normas funerarias imperiales se han mantenido intactas desde el reinado del emperador Gokomyo (1643-54).



Así fueron, en 1989, los funerales del emperador Hirohito



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