27 de junio de 2012

Brillante coronación del nuevo Maharajá de Vadodara, en la India

FOTOS Y VIDEOS | Fue una ceremonia brillante, con usos de siglos pasados, en los que el principado consagró al heredero de la Dinastía Gawkwad como representación de un pasado rico y glorioso. El nuevo maharajá sucedió a su padre en mayo.






El Estado de Vadodara (conocido antiguamente como Baroda, en la India) tiene desde el pasado viernes un nuevo heredero de la ancestral Dinastía Gaekwad. El príncipe Samarjitsinh, de 45 años de edad, fue coronado como Maharajá en una ceremonia tradicional en el Palacio Lakshmi Vilas, en la ciudad de Gujarat.

Samarjit, el único hijo de Ranjitsinh Gaekwad, el ex rey de Vadodara, se convirtió en el sucesor natural al trono después de la muerte de su padre, en el pasado mes de mayo a los 74 años.

La brillante ceremonia, a la que asistieron miembros de la familia y amigos, fue presidida por la pareja real sentada en tronos de plata -denominados bhadrasan- que protagonizaron la realización de antiguos ritos religiosos.

Aunque no gobiernan efectivamente desde 1971, los maharajáes indios son considerados y respetados por sus respectivos principados como figuras simbólicas y religiosas del pasado. En Vadodara, los descendientes de los antiguos Maharajás, viven aún en el palacio Lakhsmi Vilas, y actualmente las instalaciones funcionan como un hotel con campo de golf, canchas de tennis, cricket, badminton, etc.

Baroda, de 21.144 km2, era uno de los estados más prósperos del la India, principal colonia del Imperio Británico y a cuyo maharaja o "gran rey" se le rendía honores con 21 cañonazos. Bastante más importante y rico que Kapurthala, 14 veces menor, a cuyo rajá o rey, tan popular en Europa, se le honraba con sólo 13.

Los maharajas de Baroda eran, además, admirados entre los príncipes por las riquezas legendarias que atesoraban, de cuya magnitud dio fe, en el siglo XIX, el viajero francés Louis Rousselet

«Ocupa varias estancias grandes, de muros gruesos y puertas de hierro que guardan numerosos centinelas. Hay multitud de diamantes, diademas, collares, vestidos y mantos bordados con perlas y piedras preciosas de gran belleza. Entre tanta joya de precio incalculable destacaba un collar, posiblemente el más valioso del mundo, en el que centelleaban La estrella del sur y el English Dresden, rodeados por otros diamantes», escribió.


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