Tras su sencilla y privada boda civil en Holanda el pasado 21 de abril, el sábado pasado tuvo lugar en Florencia el matrimonio religioso de la princesa Carolina de Borbón-Parma, sobrina de la reina Beatriz de Holanda.
Esta boda estuvo orquestada con un gusto y una sencillez no exentos del necesario boato propio de estos casos, y se celebró en el bello marco de la magnífica Iglesia renacentista de San Miniato del Monte, en las afueras de Florencia, decorada con cascadas de rosas y peonias en una mañana soleada y en presencia de la práctica totalidad de la familia real holandesa en un ambiente festivo que ha durado tres días.
Entre los invitados no faltó la Familia Real Holandesa, presidida por la reina Beatriz. La acompañaban el príncipe Guillermo Alejandro y la princesa Máxima, la princesa Mabel, que asistió a pesar de que su esposo el príncipe Friso sigue ingresado en estado de coma, los príncipe Laurentien y Constantino, y la princesa María Cristina, hermana menor de la reina.
Los ausentes en la ceremonia y el festejo posterior fueron la princesa Anita van Eijk, esposa del príncipe Pieter-Christiaan, primo de la novia, y Pieter van Vollenhoven, marido de la princesa Margarita de Holanda, ambos por razones de salud.
El novio, el parisino Alfred Brenninkmeijer, se hospedaba en el lujoso Hotel Villa Medici y es uno de los solteros de oro de Europa en su calidad de hijo de una familia muy celosa de su intimidad por ser la propietaria del imperio “C&A”.
La fortuna de los Brenninkmeijer se estima en 22.000 millones de euros siendo, por tanto, una de las mayores de los Países Bajos. La novia, que trabaja en Ginebra para las Naciones Unidas en el departamento de coordinación de asistencia humanitaria, se hospedaba en casa de unos amigos.
