14 de mayo de 2011

El ex Rey Miguel de Rumania rompe vínculos con la Casa de Hohenzollern

El pasado 10 de mayo, el ex Rey de Rumania, Miguel I anunció mediante un decreto su decisión de romper todos los vínculos históricos y dinásticos que su familia guarda con la Casa de Hohenzollern, de la que desciende. Miguel I ha tomado esta drástica y un tanto excepcional decisión por varios motivos.



Perteneciente a la Dinastía Hohenzollern, Miguel I sería hoy el monarca de más antigüedad en el mundo si el comunismo no lo hubiera derrocado, en 1947, a punta de pistola.


Una de las causas principales ha sido la buena relación existente entre los Hohenzollern y su medio-sobrino, Paul-Philippe Hohenzollern, cuyo padre -Mircea Carol Lambrino- era hijo del Rey Carol II de su unión con Zizi Lambrino.

El matrimonio entre Carol II, padre también del ex Rey Miguel, y la Lambrino fue disuelto poco después de celebrarse por el gobierno rumano en tiempos de la monarquía, al ser considerado morganático e ilegal por la Constitución rumana vigente entonces. 

Carol II se casó posteriormente con Elena de Grecia, con quien tuvo al futuro Miguel I. Por ese motivo ni Carol ni sus descendientes (entre los que se cuenta Paul-Philippe Hohenzollern) están en la línea de sucesión al trono de Rumanía, que como sabemos dejó de existir en los años 40 tras la invasión del país por parte de la Unión Soviética. Por aquel entonces reinaba el joven Miguel I, que se vio obligado a abandonar el país; nunca abdicó al trono ni a sus derechos, y por lo tanto sigue siendo considerado Rey por los monárquicos rumanos.

El decreto emitido hace pocos días por el ex Rey afirma que quedan rotos todos los vínculos históricos y dinásticos entre él y su familia con la casa principesca de los Hohenzollern, a la que pertenecen por línea masculina. La rama de los Hohenzollern-Sigmaringen, línea menor y católica de los Hohenzollern que antaño reinaron en Prusia y Alemania, fue elegida para reinar en el Principado (posteriormente Reino) de Rumanía en 1866. A pesar de sus lazos familiares, los Hohenzollern-Sigmaringen siempre tuvieron más trato con las dinastías católicas y ortodoxas de Europa que con los Hohenzollern protestantes que reinaron en el Imperio alemán hasta 1918.

A partir de este momento, la dinastía de Miguel I se denominará Casa Real de Rumanía; sus miembros dejarán de usar los títulos y privilegios que sus predecesores recibieron de los Hohenzollern alemanes; además se ha enmendado el orden sucesorio para que su hija mayor, la Princesa Margarita, herede los derechos sucesorios una vez fallezca Miguel I. El ex monarca y su esposa, la Princesa Ana de Parma, sólo han tenido cinco hijas pero ningún hijo varón, lo cual les ha llevado a cambiar las leyes fundamentales de la Familia Real rumana.

La primera persona en reaccionar a la publicación del decreto ha sido el propio Paul-Philippe Hohenzollern, que lo ve como un error, porque alega que las relaciones con los Hohenzollern alemanes son buenas. Sin embargo, los Hohenzollern alemanes han mantenido disputas legales en los últimos años tras haberle conferido Miguel I el título de “Príncipe de Hohenzollern-Veringen” a su yerno, Radu Duda, marido de la Princesa Margarita.

Como respuesta a las denuncias, el ex soberano decidió romper con los Hohenzollern alemanes de forma definitiva. Hasta ahora la rama alemana de los Hohenzollern no ha emitido ningún comunicado al respecto ni se espera que lo haga, ya que en pocas semanas el jefe de la casa, el Príncipe Jorge Federico, contraerá matrimonio con la princesa Sofía von Isenburg.

Nacido en 1921, Miguel de Rumania (hijo de Elena de Grecia) heredó el trono dos veces: en 1927 al morir su abuelo Fernando I, y en 1940, al abdicar su padre Carol II, que le había arrebatado el poder en 1930. Si la Segunda Guerra Mundial, el comunismo o su padre no hubieran interferido en la historia de Miguel I, éste llevaría ya 84 años de reinado.

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