30 de mayo de 2011

Duque del peligro: Felipe de Edimburgo no se arrepiente de sus metidas de pata









Cumplirá 90 años y no se arrepiente de nada. Ni siquiera de las metidas de pata, que se cuentan muchas, desde que se casó con Isabel de Inglaterra, en 1947.

El príncipe Felipe, duque de Edimburgo, que heredó la longevidad de su abuela materna -Victoria, marquesa de Milford Haven, fallecida a los 87 años-, el carisma de sus ancestros alemanes (que son numerosos), y ahora ya anciano se parece mucho a su madre, la princesa Alicia de Grecia, cumplirá el próximo 10 de junio la edad de 90 años.

Para conmemorarlo la cadena televisiva inglesa BBC emitirá un documental titulado “El Duque a los 90”, en el que se refleja a Felipe de Edimburgo consciente de que sus preguntas u opiniones no siempre fueron las más diplomáticas.

La tendencia del príncipe Felipe a dar pasos en falso ya se hizo notar poco después de su compromiso con la entonces heredera, la princesa Isabel. Cuando el duque en 1947 le preguntó a un trabajador de los ferrocarriles sobre sus posibilidades de ascenso, éste de respondió: "¡Ah! tendría que morir mi jefe", a lo que él replicó: "Justo lo que me pasa a mi".

En 1963, representando a la soberana en una ceremonia por la independencia de Kenia del Reino Unido, se dirigió al nuevo dirigente del país, Jomo Kenyatta, justo antes de que se arriara la bandera británica, y le espetó: "¿Seguro que quiere hacer esto?". Son también conocidas sus alusiones, consideradas por algunos xenófobas, a los ojos "como ranuras" de los chinos, las "barrigotas" de los húngaros y al "pijama" que supuestamente visten los nigerianos.

En un artículo publicado estos días, el diario británico The Daily Telegraph relata varios enriedos del marido de la Reina, como cuando en un viaje oficial a China en 1986 cuando dijo a un grupo de estudiantes británicos que estaba en la ciudad china de Xian en régimen de intercambio, que si seguían allí mucho tiempo, terminarían todos con los “ojos rasgados”.

Preguntado ahora por lo ocurrido, el pronto nonagenario respondió: “Yo lo había olvidado. Y si no llega a ser por un periodista que lo escuchó, no se habría divulgado. Y es más, a los chinos no les importó. ¿Por qué debía importar entonces a nadie más?”.

Hasta los Juegos Olímpicos del 2012, en Londres, fueron blanco de sus bromas. Dijo que se debían eliminar las ceremonias de apertura y clausura de Londres 2012. Ese tipo de puestas en escena, dijo, "sacan a uno de quicio". Y recordada es la ocasión en que preguntó a un instructor de conducción en la localidad escocesa de Oban: “¿Cómo consigue que los nativos se mantengan sobrios el tiempo necesario para pasar la prueba?”.


En un discurso pronunciado en 1986 en una reunión del Fondo Mundial de la Naturaleza, el príncipe consorte  se atrevió a decir: “Si tiene cuatro patas y no es una silla, si tiene dos alas y vuela, pero no es un avión, y si nada, pero no es un submarino, los cantoneses seguro que se lo comen”. Al canciller alemán Helmut Kohl lo llamó 'reichskanzler', la denominación de los cancilleres durante el imperio alemán; y en Hungría certificó que allí todos tenían barriga cervecera.

Cuando la Reina preguntó a un cadete del ejército cuánta visión le quedaba tras un atentado del IRA, su marido se entrometió y respondió: “No mucha, a juzgar por la corbata que lleva”. La familia del muchacho se quejó de que el duque de Edimburgo se había mofado del joven cuando se entrevistó con ellos en compañía de Isabel II.

A un estudiante británico que había estado haciendo “trekking” en Papúa Nueva Guinea, Felipe de Edimburgo le espetó: “¿Así que ha conseguido que no le devoraran allí?”. A un isleño de las Islas Caimán le preguntó en 1994: “¿No descienden la mayoría de ustedes de piratas?”, y durante la recesión de 1981 se animó a comentar en público: “Todo el mundo decía antes que quería tener más tiempo para el ocio y ahora se quejan de que no tienen trabajo”.

La idea de poder parecer falto de tacto no es algo que pareció nunca molestarle. Cuando al príncipe, en un festival de música en Cardiff, le fue presentado un grupo de jovenes sordos mientras sonaba fuerte un grupo caribeño que actuaba no muy lejos, su comentario fue: "¿Sordos? Aquí no extraña que ustedes estén sordos". Más bien políticamente incorrecto pero a la vez con tono jocoso preguntó a aborígenes australianos: "¿Ustedes todavía se arrojan lanzas?".

Durante una visita en Inglatera a una fábrica descubrió una caja de fusibles que no estaba bien sujeta, y el esposo de la reina señaló: "La debe haber puesto un indio (de India)". Cuando se protestó por el comentario, el duque replicó: "¿Ha estado alguna vez en la India? ¿y ha visto como están allí las cajas de fusibles?".

Según un libro titulado Duque del Peligro: el ingenio y la sabiduría del príncipe Felipe, literalmente, el esposo de Isabel II dijo una vez que cuando un hombre abre la puerta del coche a una señora, "o tiene coche nuevo o mujer nueva", y en una fiesta organizada en Londres por la oficina de la Commonwealth (la mancomunidad de ex colonias y protectorados del Reino Unido), Felipe de Edimburgo se dirigió a un sonriente invitado negro y le preguntó: "¿De qué exótico lugar del mundo procede usted?". El interlocutor, que resultó ser lord Taylor de Warwick, le respondió: "Soy de Birmingham (ciudad del centro de Inglaterra)".

La psicóloga británica Dorothy Rowe apunta que el príncipe lleva casi sies décadas siendo una figura a la sombra de la reina. "Cuando las personas hacen comentarios hirientes, intentan a menudo sacar agresiones que tienen dentro", explica Rowe.

Pero este es un tema que los especialistas en la casa real británica prefieren no tocar. El príncipe Felipe queda claramente detrás, pero no en el hogar. "Ella tiene la corona, pero él es que lleva los pantalones", señala un cortesano.

El próximo 10 de junio, fecha en que el consorte real que más tiempo se mantiene en su puesto en la historia británica cumpla 90, Felipe de Edimburgo llevará a cabo todos los compromisos oficiales y públicos que marca su agenda, porque si en algo se ha caracterizado a través de estos 59 años como consorte es por mantenerse como nadie fiel a su trabajo. 

La celebración oficial del cumpleaños será dos días después, cuando junto a su esposa, hijos, nietos y otros familiares participará de un servicio de acción de gracias en la capilla real de St. George, del castillo de Windsor, y luego de una recepción en el castillo.

Darío Silva D'Andrea

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