13 de marzo de 2012

La realeza británica: del palacio a la pantalla grande

El cine, y antes el teatro recrearon los vaivenes de la realeza más famosa del mundo. Las leyendas de la actuación que recrearon reyes y reinas. Videos y Fotos


"Oh for a Muse of fire, that would ascend
The brightest heaven of invention,
A kingdom for a stage, princes to act
And monarchs to behold the swelling scene!". 

"Oh, quién tuviese musa de fuego que ascendiera al más resplandeciente cielo de la invención, un reino por escenario, unos príncipes como actores y monarcas que contemplasen la fastuosa escena..."

Así rogaba -así ruega- el coro que abre el Enrique V de William Shakespeare, y parece que hablara de la historia de la realeza británica en los últimos treinta años... o en los treinta anteriores... o en los previos trescientos... Un reino por escenario, unos príncipes como actores.

Porque los líos en los que se han visto envueltos los miembros de la familia real británica vienen siendo materia para la dramatización desde tiempos del genio teatral. En la pantalla de cine, el último y sonoro ejemplo ha sido la historia del tartamudo Jorge VI narrada en El discurso del rey.


Precisamente fueron las obras de Shakespeare, remodelando a su antojo personajes históricos que habían vivido uno o dos siglos antes, las que inspiraron a su vez algunas de las más famosas representaciones cinematográficas de la realeza británica.

Así, el debut como director de Laurence Olivier fue la célebre adaptación precisamente de Enrique V (1944), a la que seguiría una década más tarde Ricardo III, en ambos casos con el actor británico como protagonista y realizador.






No todo se resolvía con ira y fuego, sin embargo. En 1933,Charles Laughton había encarnado al rey inglés más famoso en La vida privada de Enrique VIII. El papel que le valió su único Oscar.

"Enrique VIII tuvo seis mujeres. Catalina de Aragón fue la primera: pero su historia no reviste particular interés... se trataba de una mujer respetable. Así que Enrique se divorció de ella", se dice con socarronería al comienzo de la película, que repasa la vida amorosa del gobernante tras cortar el pescuezo a la Bolena.

Cómo olvidar el Enrique VIII interpretado por Robert Shaw (el Lonegan de El golpe) en Un hombre para la eternidad (Fred Zinnemann, 6 Oscar), el retrato de Tomás Moro, personaje recreado por Paul Scofield.

Inolvidable es también el duelo de otro Tomás (Becket) y otro Enrique (II) en Becket (1964, Peter Glenville), filme sobre la lucha entre el arzobispo de Canterbury -interpretado por Richard Burton- y el rey inglés -Peter O’Toole- que acaba asesinando al amigo que él mismo colocó como jerarca de la Iglesia.


Reyes depuestos, locos, tartamudos. En esa línea de cine histórico clásico está el Carlos I encarnado por Alec Guinness en Cromwell (1970, Kenneth Graham Hughes), que relata el golpe de Estado del puritano Oliver Cromwell (Richard Harris) a mediados del siglo XVII.

Otras adaptaciones más recientes de la realeza shakesperiana fueron el Enrique V de Kenneth Branagh (1989), aplaudido debut en la dirección del actor, que interpretó al monarca, o el Ricardo III (1995) protagonizado por Ian McKellen en el que la acción se trasladaba a la Inglaterra de los años 30 del siglo XX.

Es en esa época, los 1930, en la que se desenvuelve el guion original de David Seidler (en camino de ser trasladado a los teatros de Broadway) que Tom Hooper convirtió en El discurso del rey, la triunfadora de los Oscar 2011, en la que Colin Firth ganó la estatuilla interpretando al rey Jorge VI.

Otro Jorge, III, era el protagonista de una película deliciosa, La locura del rey Jorge (1994, Nicholas Hytner), por la que el gran Nigel Hawthorne fue nominado al Oscar recreando la figura del rey que tuvo que enfrentarse a la independencia norteamericana y que acabó sufriendo una enfermedad mental.


Helen Mirren era en la adaptación de la obra de teatro del propio Hytner la reina Carlota, esposa del rey demente, trabajo que le valió el premio como mejor actriz en el Festival de Cannes.


Más cercana a nuestra época es La reina (Stephen Frears, 2006), por la que Helen Mirren se llevó una ristra de premios, incluyendo el Oscar, al meterse en la piel de una Isabel II asediada y sola tras la muerte de la princesa Diana.


Ha sido la de Frears la aproximación más atrevida y actual a los miembros vivos de la familia real, en la que  un desconocido Jake Taylor Shantos ponía rostro al príncipe Guillermo.

Un catálogo de reinas de armas tomar. La de Isabel II es solo una de las figuras femeninas de importancia que han recorrido la historia de la corona británica.

 La decimonónica reina Victoria ha merecido dos adaptaciones: La reina Victoria (Jean-Marc Vallée, 2009), con Emily Blunt en el papel de la reina cuando princesa, y Su Majestad Mrs. Brown (John Madden, 1997), sobre el escándalo que provocaron las ambiguas relaciones de la reina viuda con un sirviente. La interpretación de Judi Dench le valió la nominación al Oscar.


Isabel I fue hija de otra figura de primera línea de la historiografía británica, Ana Bolena, recientemente encarnada en la pantalla de cine por Natalie Portman en Las hermanas Bolena (Justin Chadwick, 2008), y en la de televisión por otra Natalie (Dormer) en Los Tudor.

 Más interpretaciones memorables de miembros de la corona son las de Katharine Hepburn en María Estuardo (John Ford, 1936) y como la reina Leonor de Aquitania en El leon de invierno (Anthony Harvey, 1968), trabajo este que le supuso el Oscar; la de Sarah Bernhardt como Isabel I en Elisabeth Reine d’Angleterre (1912); o las de Genevieve Bujold y Richard Burton como Ana Bolena y Enrique VIII, respectivamente, en Ana de los mil días (Charles Jarrott, 1969), trabajos que les valieron una nominación al Oscar a ambos.


 El discurso del Rey (The King's Speech)  


 La Reina (The Queen)  
 La joven Victoria (Young Victoria)  


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