21 de agosto de 2011

El final de Kadafi y una esperanza que viene del pasado

El dictador libio Muammar Kadafi tiene las horas contadas y en el país vuelve a flamear la bandera de la monarquía. La dinastía Al-Senoussi, derrocada por Kadafi en 1969, está dispuesta a volver al poder.

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Kadafi tiene las horas contadas. En Libia vuelven a flamear la bandera de la Monarquía y la foto del rey Idris en las manifestaciones contra el dictador.Mientras que la Alianza Internacional bombardea los principales bastiones del poder, los analistas plantean que una solución para el caos y desorganización que dejará Kadafi podría ser un monarca constitucional. La exiliada Familia Real, la dinastía Al-Senoussi, se muestra dispuesta a cooperar.

La idea es compartida por la juventud libia, como explica el príncipe Hashem,miembro de la exiliada Familia Real: “Es significativo que durante 42 años Kadafi ha hecho de todo para borrar la historia y el recuerdo de la Monarquía, pero hoy se nos recuerda con afecto. 

Los jóvenes, gracias a Internet, han redescubierto la historia de su país y se han sentido orgullosos de la monarquía. Por eso, muchos llevan como melodía del móvil el himno monárquico y la foto del rey Idris o de la corona”.

Hashem, nieto del rey Idris, afirma en una entrevista al diario ABC que prepara ya sus valijas para retornar a su país y jugar un importante papel político, aunque reconoce que es el pueblo quien debe decidir.

Idris Al-Senoussi (1890-1983), el único Rey de Libia, fue el promotor de una Constitución que otorgaba amplios poderes al Parlamento, modernizó el país y lo acercó a Occidente, hechos que hicieron crecer su impopularidad entre los más radicales proárabes.

En junio de 1969, salió del país para someterse a tratamiento médico en Grecia y Turquía, y su ausencia fue aprovechada por un grupo de oficiales, con Kadafi a la cabeza, para derrocarlo, entre falsas acusaciones de corrupción y apropiación indebida. Ahora, la dinastía debe ponerse de acuerdo sobre quién es el legítimo “heredero” del trono, una cuestión espinosa que los divide desde 1955.

Por un lado está el príncipe Muhammad, que vive en Londres y que según la genealogía debería heredar el trono. Este sobrino nieto del rey, vive en un apartamento nada suntuoso, no tiene profesión, y vive gracias al apoyo económico de la comunidad libia en el exilio.

Parece contar con muchos adeptos y habla con mucha prudencia sobre su futuro: “Estas cuestiones son prematuras y ha de decidirlas el pueblo libio. Me veo a mí mismo como un servidor del pueblo libio. Ellos decidirán lo que quieren. Mi objetivo es servir al pueblo tanto como pueda”, dijo a France Press, según publica el diario El País de España.
Por otro lado, el príncipe Idris argumenta que el rey le encargó a su padrelegitimar de nuevo la monarquía. Está casado con una aristócrata española, reside en Washington y Roma, y también se confiesa preparado “para volver a Libia en el momento justo, para hacer una contribución al país una vez que haya empezado el cambio”.

Su padre, el príncipe Abdallah, era, en la época de la monarquía, la persona más influyente y al que más temía Kadafi, hasta el punto de que cuando murió en 1988, el dictador hizo fiesta y liberó a 1.500 presos, buena parte de ellos presos políticos.

En lo que sí coincide la exiliada Familia Real es en sus deseos de cambio para Libia. Ahora que la bandera tricolor con la media luna y la estrella vuelve a ondear en Libia como símbolo de esperanza en una nación sedienta de libertad, el príncipe Hashem, resume el sentimiento familiar ante los acontecimientos: “No me podía imaginar que gente desarmada iba a intentar hacer caer a un dictador como Gadafi. Es un sueño".

La dinastía que vuelve para desplazar a Kadafi (Publicado en Perfil.com el 23 de marzo de 2011)
Darío Silva D'Andrea

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