21 de septiembre de 2011

Canadá quiere revitalizar su monarquía

El primer ministro canadiense, Stephen Harper, ha tomado varias decisiones que muchos ciudadanos no entienden. Además de añadir la palabra ‘real’ al Ejército, Harper quiere que sus embajadas saquen los retratos escondidos de Isabel II.



¿Tiene el primer ministro de Canadá una obsesión con la monarquía? En tan solo unas pocas semanas Stephen Harper ha hecho retroceder los calendariosvarias décadas.

Ha reinstaurado la palabra “real” en las ramas del Ejército de Canadá (convirtiendo así al Comando Marítimo en la Real Marina de Canadá, o al Comando Aéreo en la Real Fuerza Aérea Canadiense) y ha ordenado a las embajadas y consulados repartidos por todo el mundo que cuelguen fotos de la Reina de Inglaterra.

Además, una nueva guía para nuevos ciudadanos subraya la importancia de la monarquía y glosa la historia de las Fuerzas Armadas canadienses. El gobierno de Harper planea asimismo una serie de celebraciones el próximo año para conmemorar el éxito de los británicos contra los estadounidenses en la guerra de 1812.

Canadá es una monarquía constitucional, y la reina Isabel II es todavía su jefe de Estado. Pero las encuestas señalan de manera consistente que los canadienses se muestran, como poco, indiferentes hacia la realeza y desconocen absolutamente como funciona.

Además, muchos habitantes de la francófona región de Quebec, que suelen tener una visión más amplia del tema, consideran a la Corona británica un símbolo histórico de opresión y les hace sentirse profundamente insultados.

Entonces ¿por qué insistir en recordarle a una nación moderna, vibrante y multicultural su viejo pasado colonial? ¿Acaso Harper, el gran tiburón blanco de la política canadiense, ha dejado al margen su famoso instinto político y claudicado ante el simbolismo de una Canadá que ya no existe?

El factor Will & Kate

Si Canadá es todavía una colonia, es una colonia estadounidense, no británica. Pero sin duda uno de los pocos elementos que contrarrestan el abrumador dominio de la cultura popular de Estados Unidos es el periódico “viaje real” de costa a costa. Así que cuando el duque y la duquesa de Cambridge eligieron Canadá para hacer su primer tour oficial el pasado mes de julio, el Gobierno de Harper echó toda la carne en el asador. 

El viaje de nueve días de la pareja (en avión, barco, helicóptero e hidroavión) se diseñó para deleite de las televisiones, e incluyó de todo, desde unas fastuosas celebraciones del Día de Canadá en Ottawa hasta el estruendo y el polvo de la Estampida de Calgary, un popular rodeo en Alberta.

Larga vida a Isabel

Pese a décadas de deuda acumulada, divorcios y la muerte de Diana, no hay duda alguna de que Isabel II sigue siendo popular en Canadá, aunque sea por contraste con los escándalos del resto de su familia. Aunque la mayor parte de los canadienses ni se den cuenta de ello, su rostro sigue estando en la moneda nacional.

De-Trudeau-dificación

A excepción de un corto periodo, Pierre Trudeau fue primer ministro de Canadá entre 1968 y 1984. Él y su Partido Liberal cambiaron básicamente el país, abrazando el multiculturalismo, modernizando el código civil e introduciendo una Carta de Derechos y Libertades. Más aún: en 1981 Trudeau “repatrió” la Constitución canadiense, que hasta entonces necesitaba la aprobación de los británicos para ser enmendada.

Neo-nacionalismo

Nadie acusará jamás a Stephen Harper de ser un nacionalista, un calificativo generalmente asociado a cierta tendencia antiestadounidense de los canadienses. Aún así, su impulso monárquico es el primer intento genuino de un líder canadiense en décadas de modelar una identidad nacional.

Marginalizar a los socialistas

Las elecciones federales del pasado mayo han cambiado notablemente el panorama político de Canadá. Harper finalmente ha logrado la mayoría de escaños en el Parlamento, y los otrora poderosos liberales son ahora la tercera fuerza. El Nuevo Partido Democrático, de centro izquierdas, es ahora la principal fuerza de la oposición,fundamentalmente porque arrasó en la provincia de Quebec.

El efecto Darth Vader

Sus críticos describen hace tiempo a Harper como un fanático del control, que socava a las instituciones que desafían el poder del gobierno federal. “En el mundo de Harper la soberanía, la propiedad del país, no corresponde al pueblo, sino al Estado”, afirma el historiador Mark Bourrie. “Ese tipo de mundo es una jerarquía, en donde la persona con verdadero poder se sienta directamente debajo de la reina”.

Las últimas noticias de Coronas Reales