Don Juan Carlos de Borbón y la princesa Sofía de Grecia anunciaron su compromiso el 13 de septiembre en Lausanne, Suiza. No es una sorpresa: en junio anterior, Pablo e Irene de Grecia, padres de la princesa, han designado que sea Don Juan Carlos el acompañante de su hija en la boda de los duques de Kent en Londres y, un mes después, los reyes griegos han invitado al Príncipe español a unas vacaciones.
Por otro lado, con motivo del aniversario del 18 de julio de 1936, don Juan de Borbón, antaño no especialmente amigo del dictador español, por primera vez manifiesta a Franco su adhesión y la de la Monarquía al Movimiento y le recuerda el apoyo de los monárquicos a la causa 25 años antes. Lima asperezas porque no quiere que Franco ponga dificultades al enlace de su hijo, para el que quiere su aquiescencia.
Por su parte, el dictador español, que se ha ocupado y preocupado de la formación del Príncipe, también quiere tener bajo control la elección de su princesa. Por ello, en medio de los rumores del compromiso, el 12 de septiembre el embajador español en Lisboa acompaña a don Juan al aeropuerto en que este va a tomar el avión para Lausana, pero luego comunica a Madrid que parece que aún no hay boda. Como informador no era el mejor: al día siguiente se anuncia el compromiso en la ciudad suiza.
Franco lo ve con buenos ojos y, probablemente, en su pensamiento gana puntos la posibilidad de que sea este joven príncipe su sucesor, aunque aparcaría la decisión aún ocho años.
El escenario de la petición de mano de Doña Sofía no fue ningún Palacio, sino el hotel Beau Rivage en Lausana (Suiza), ciudad en la que residía la reina Victoria Eugenia. Allí los reyes de Grecia acompañados por sus hijas habían inaugurado el pabellón griego de la Exposición Universal.
Don Juan acababa de llegar a Lausana procedente de Estoril (Portugal), donde residía. Con él estaba don Juan Carlos. Ambas familias decidieron cenar juntas esa noche.
A los postres, el hoy rey de España pidió la mano de la princesa Sofía al rey Pablo de Grecia. Al día siguiente, en Atenas, 101 cañonazos anunciaron el compromiso, al tiempo que se hacía pública la nota oficial por parte de la Corte griega. En España, en cambio, eran otros tiempos y la noticia fue recogida sin mayores alardes por la prensa.
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