12 de octubre de 2011

Fervor en Bután por boda del rey con una hermosa estudiante plebeya


A sus 31 años, el rey Jigme Khesar Namgyal Wangchuck es considerado el monarca más joven del planeta. Se casará con una joven plebeya y será el primer rey monógamo.




Será la tercera Boda Real del año tras las celebradas en Inglaterra y Mónaco. El próximo jueves, 13 de octubre, el rey de Bután se casa con la joven Jetsun Pema en lo que será un acontecimiento que se celebrará durante tres días.

A sus 31 años, Jigme Khesar Namgyal Wangchuck es considerado el monarca más joven del planeta y ha encontrado en Jetsun Pema a la persona con la que pasar el resto de su vida. Poco se sabe de la joven que ha robado el corazón del rey del pequeño reino himalayo, una bella estudiante universitaria diez años menor que él que lleva meses acompañándole en sus diferentes viajes.

Tan sólo que ha estudiado en la India y Reino Unido y es una apasionada de la pintura y el baloncesto. Él mismo nos daba más detalles de Jetsun Pema al hacer público su compromiso: "Es joven, cálida, y de buen corazón y carácter. Estas cualidades, junto a la sabiduría que llegará con los años y la experiencia, harán de ella una gran servidora de la nación".

La boda del llamado quinto rey Dragón de la dinastía Wangchuck tendrá como sede la ciudad de Punakha, antigua capital de verano de la remota nación del Himalaya, de apenas 700.000 habitantes. Es por ello que el monarca, coronado en noviembre de 2008 tras la abdicación de su padre, Jigme Singye Wangchuck, ha pedido que sea una ceremonia modesta y por eso no ha invitado a miembros de casas reales extranjeras. "La satisfacción de mi querido padre y la bendición de nuestro pueblo me darán alegría y felicidad", manifestó.

La boda del Jefe de Estado más joven del mundo se celebrará en el interior del santuario de la fortaleza de Punakha y estará oficiada por el Je Khenpo, un alto líder espiritual del reino, y presidida Jigme Singye Wangchuck, padre del rey.

El dzongda o administrador de Punakha, Kunzang N. Tshering, ha concedido una entrevista al diario Business Bhutan en la que ha hablado de los preparativos de la Boda Real y del entusiasmo con el que se viven los días previos al enlace. "Punakha está lista para albergar este histórico acontecimiento. El pueblo, especialmente aquellos que envueltos en los preparativos, esperamos impacientes el gran día", ha declarado Tshering.

Según ha explicado el dzongda, el rey quiere que su enlace sea una fiesta familiar, y para él los butaneses también son familia. "Inspirados por el deseo del rey, los butaneses han enfocado los preparativos en procurar un entorno más limpio y verde.

El dzong de Punakha ha sido iluminado y se han plantado cientos de árboles y plantas en todos los espacios abiertos, así como a ambos lados de caminos y carreteras", cuenta Tshering.

"El rey se ha asegurado de que todo el mundo será tratado bien, como es su deseo, y ha pedido a la administración del Dzongkhag que acomode a los butaneses para que puedan sentarse durante la Tokha (almuerzo público) y puedan participar de los programas culturales de ese día. Se ha ideado un cobertizo público con acceso adecuado, agua potable, salas de descanso, comida envasada en higiénicos paquetes y por la noche se servirán té y aperitivos", ha contado el dzongda.

Nadie sabe con certeza cuánta gente acudirá a la Boda Real. Se esperan más de 10.000 personas, principalmente de los tres Dzongkhags de Punakha, Wangdue y Gasa, así como otros 700 invitados de Bután y el exterior. De fuera del país sólo se sabe que acudirán 25 embajadores no residentes en Bután con sus esposas.

El menú que degustarán será puramente tradicional. No habrá servicio de catering. En su lugar, los representantes de las poblaciones de los 20 Dzongkhags y 205 Gewogs de Bután aportarán sus mejores platos para el almuerzo.

Jigme Khesar Namgyal es el quinto rey Dragón de la dinastía Wangchuck, dinastía que goza de un gran prestigio en Bután y es célebre por haber ideado el concepto de Felicidad Nacional Bruta, que descansa en pilares como la conservación de las costumbres locales, el cuidado por el medio ambiente, el buen gobierno y el crecimiento económico.

El montañoso y aislado reino, situado en el sur de Asia, ha apostado en los últimos años por un tímido aperturismo, pero sigue firme en su voluntad de evitar el turismo masivo y de preservar una identidad moldeada, frente a otras minorías, en torno a las tradiciones de la etnia drukpa (dragón), de origen tibetano y que profesa el budismo mahayánico.

      ALEGRÍA NACIONAL       

Los medios locales han contribuido a forjar este "cuento de hadas", afirmando que fue un amor "a primera vista" durante un picnic, cuando la futura reina solo tenía siete años. Su belleza, más que su origen plebeyo, suscita el entusiasmo y todo el mundo aprueba la pareja del rey, apodado "el príncipe azul del Himalaya", por su físico de estrella que recuerda a Elvis Presley.

"Pienso que ella es una reencarnación de una diosa, es tan hermosa...", dice Kinley Tenzin, de 15 años. Los observadores piensan que la futura reina se dedicará a las acciones caritativas.

En las alturas de Timbu, los alumnos del colegio Lungtenzampa, donde estudió el rey y, diez años más tarde, su prometida, recuerdan con emoción la visita informal de la pareja el pasado mes de agosto.

"El rey nos habló de amor. Nos dijo que no debemos temer decirle a alguien que lo amamos, que él cuando era joven no se atrevía a decir esas cosas", dijo un adolescente de 16 años, Passang, quien lamentó de paso que la novia no hubiese hablado, limitándose a firmar autógrafos.

De 1989 a 1993, el rey estudiaba un día por semana en este colegio, para mezclarse con el pueblo, y los otros días los consagraba al estudio en el palacio con un profesor particular. Luego se fue a estudiar a India y a Oxford.

La novia estudió en el mismo establecimiento entre 2000 y 2005. La directora, Kinley Pem, describe a la joven, quien fue capitana del equipo de baloncesto, como "inteligente y humilde, casi tímida". Su padre es piloto comercial y su madre es un ama de casa.

"Ella jamás se habría imaginado que se convertiría en la reina de Bután", asegura.

Cerca de las aulas, se ven en una cartelera los textos y poemas en honor del matrimonio, elogiando al soberano, descrito unánimemente como muy cercano al pueblo, todo lo contrario de su padre, quien abdicó en 2006, más austero.

Según Tshering Tobgay, jefe de la oposición parlamentaria, este matrimonio simboliza para los 700.000 butaneses la continuidad de la familia real. "Tenemos un auténtico amor por la monarquía", dijo a la AFP.

"Nuestra devoción por el rey es muy fuerte porque él es un servidor del país y de su pueblo. El conoce a casi todos los habitantes del reino, nos escucha y se comporta como nosotros, agarrando a su novia de la mano. El pueblo se lo agradece mucho", dice.

Bután, un pequeño país del tamaño de Suiza, situado entre India y China, se jacta de medir su desarrollo económico al rasero de su indicador de "Felicidad Nacional Bruta", pese a problemas modernos como la droga.

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