18 de enero de 2012

Una silla de camello, espadas, mermelada, jamón, escombros, semillas...


El sitio web de Clarence House hizo públicas las listas de los regalos recibidos por el príncipe de Gales, la duquesa de Cornualles y los duques de Cambridge en sus viajes al extranjero durante el 2011. 




El intercambio de regalos forma parte del protocolo establecido, por lo que la oficina del príncipe Carlos de Inglaterra, Clarence House, publicó la semana pasada una lista de todos los obsequios recibidos por el heredero de la Corona Británica, su mujer Camila y los duques de Cambridge en sus salidas oficiales más allá del Reino Unido. Cerca de medio millar de regalos, acumulados en cuatro viajes y 37 días.

Es un ejercicio de transparencia sin ánimo de dar pie a comparaciones sobre la generosidad de los países anfitriones de la Casa Real y la de cientos de personas que saludaron a los cuatro distinguidos viajeros el año pasado. 

Los libros es el obsequio más repetido. El príncipe de Gales vio satisfecho su interés por las religiones no cristianas al recibir en España una copia del Corán. Clarence House lo apunta como el regalo de un particular pero no aporta pistas sobre su identidad ni sobre la calidad o antigüedad del texto sagrado. 

En esta lista están incluidos los que recibieron el príncipe Guillermo y Catalina, la duquesa de Cambridge, así como al príncipe Carlos y Camila, la duquesa de Cornwall, tanto por parte de particulares como de gobiernos y organismos oficiales.

En marzo, el príncipe Guillermo viajó sin su esposa a Nueva Zelandia y Australia, las dos naciones del Commonwealth, poco antes de su boda en abril.

Según la lista, en Nueva Zelandia recibió entre otros regalos fragmentos de edificios tallados y con inscripciones de Christchurch, la ciudad que fue sacudida por una serie sismos en 2010 y 2011. También recibió una selección de gorras de beisbol, libros y joyas, estas últimas al parecer destinadas para su futura esposa.

El príncipe recibió más sombreros y gorras en Australia, sin dejar de mencionar una serie de camisetas deportivas, una chaqueta de cricket y algunas obras de arte aborigen, un modelo en papel maché de un casuario —un ave de gran tamaño que no puede volar— y un muñeco de peluche que le entregaron los trabajadores de los servicios de emergencia.

También le regalaron una frasco de vegamite, un extracto de levadura muy popular entre los australianos y que se unta para comerse con pan tostado. Durante su visita a Estados Unidos en marzo, la primer ministro de Australia, Julia Gillard, intentó sin éxito que el presidente de EE.UU, Barack Obama, se volviera aficionado a este alimento.

En junio y julio, Guillermo y Catalina viajaron juntos a Canadá y a Estados Unidos, en su primera visita oficial como esposos, y la primera experiencia en un viaje de la realeza para la duquesa.

En Canadá, Guillermo, piloto de búsqueda y rescate calificado, recibió regalos que incluyeron un casco para pilotos de la Fuerza Aérea Canadiense y un cuchillo de la Canadian Ranger Patrol (la patrulla forestal canadiense). Por su parte, Catalina recibió tocados en tartán y pluma de pavo real, así como un surtido de bufandas, vestidos, zapatos y joyas.

La Calgary Rotary Challenge Park le regaló a la pareja de recién casados camisetas negras con capucha así como un par de uniformes de chef, después de tomar una clase de cocina en Montreal. El Ministerio de Salud les dio dos mosquiteros y atendieron sus comodidades con whiskey, vino y champaña.

La estancia de la pareja en Estados Unidos fue más discreta y los regalos incluyeron posavasos, una tabla para cortar el pan y una copia de los periódicos Chicago Daily Sun y Times.

Entre los regalos más exóticos que recibieron el príncipe Carlos y Camila fueron “una silla para camello y adornos” en Marruecos. También les regalaron armas y recibieron una espada ceremonial en Kuwait, una daga en Marruecos y un juego de lanzas y escudos zulúes en Sudáfrica, sin dejar de mencionar un palo para cazar bordado que recibieron por parte de los líderes tribales Maasai de Tanzania.

En España y Portugal, recibieron productos locales, en la lista se muestran botellas de aceite de oliva y oporto, tarros de mermelada y jamón. La propia familia real española optó por regalarle a la pareja dos libros y una caja de cuero con semillas de frutas y vegetales.

De acuerdo con Clarence House, los regalos no pueden venderse, pero los miembros de la familia real pueden optar por regalar los productos perecederos a las buenas causas locales como hospitales y los hospicios.

El resto se almacena o se pone en exhibición en el palacio de St. James, en Clarence House o en otras residencias privadas, dijo un portavoz.

Los regalos no se consideran propiedad personal de los miembros de la realeza, aunque pueden vestirlos o usarlos, y se mantienen en un fideicomiso para la nación.


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