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Más de dos semanas han pasado desde el trágico accidente de esquí del príncipe Johan Friso de Holanda. Las imágenes de la reina Beatriz tomada de la mano de su nuera, Mabel, a la entrada y salida de la clínica universitaria de Innsbruck dieron la vuelta al mundo, reflejando un rostro al que los holandeses no están acostumbrados a ver.
Son duros tiempos para la reina Beatriz que suspendió durante unas semanas sus obligaciones y agendas para dedicarse plenamente a su hijo. El accidente, que dejó en coma al príncipe Friso, podría pasar por un mero asunto familiar (el príncipe, de hecho, no tiene derechos de sucesión al trono), pero es innegable la influencia que la ausencia de su hijo podría tener en la reina Beatriz. Una vez más, los rumores de abdicación se ciernen sobre el palacio de La Haya, donde trabaja la "reina de la sonrisa".
¿Abdicación?
El periodista holandés Ben Kolster opina: "La monarca puede ahora estar tan afectada por este accidente que decida abdicar al trono antes de lo pensado a favor de Guillermo Alejandro. Para ello podría acelerar el proceso de entrega de la Corona. Pero es una mujer muy fuerte; es perfectamente posible que justamente por esta razón decida continuar".
"El Día de la Reina, el próximo 30 de abril debe ser suspendido o celebrado de manera más sobria", considera Kolster. "Como comité organizador yo diría, con todo respeto, que se suspendiera. Simplemente que no se celebre el Día de la Reina este año". Las dos ciudades organizadores todavía esperan para saber si las festividades se llevarán a cabo.
Para el historiador real Jan Kikkert, la reina Beatriz habría estado planeando abandonar el trono en 2013, cuando se cumplan 200 años de la Monarquía en los Países Bajos, y pasarlo a su hijo mayor, Guillermo-Alejandro, pero probablemente los planes cambien. Kikkert opina que la familia real no se dará el tiempo para preparar una sucesión mientras el estado de salud del príncipe Friso los mantenga en vilo.
Profesionalismo
Beatriz de Holanda tiene 74 años. Apodada en su juventud "la Princesa de la Sonrisa", que lidiar con la oposición nacional al desear casarse con Klaus von Amsberg, diplomático alemán que había pertenecido a las Juventudes Hitlerianas.
La investidura de Beatriz no fue fácil. Durante la ceremonia en la Nieuwe Kerk se alcanzaban a oír desde la calle voces airadas, en especial el grito de guerra de los okupas: Geen woning, geen kroning ,“no habitación, no coronación”. Los desórdenes de aquel día en la capital hicieron preguntarse a muchos, en todo el mundo, si los holandeses no se habrían vuelto locos.
Sus muchas visitas de Estado han sido y siguen siendo preparadas al detalle y la reina se involucra mucho más de lo que se podría esperar de alguien en su posición. Con ello se ha ganado, a través de los años, un destacado nombre como embajadora de Holanda.
Beatriz de Holanda tiene 74 años. Apodada en su juventud "la Princesa de la Sonrisa", que lidiar con la oposición nacional al desear casarse con Klaus von Amsberg, diplomático alemán que había pertenecido a las Juventudes Hitlerianas.
En 1980, su madre, la reina Juliana, le cedió un trono al que todavía se aferra. Está muy acostumbrada, se siente perfectamente cómoda en su papel de jefa de Estado y piensa que todavía es muy pronto para abandonarlo. Cuando fue coronada, el 30 de abril de 1980 en Amsterdam, la reina Beatriz prometió respetar los derechos de todos los holandeses y juró “propagar el respeto por la nación”.
Desde el comienzo quedó claro que Beatriz quería distanciarse del modelo “casero” que caracterizó a su madre, la reina Juliana. Beatriz se perfiló como una monarca profesional, activa, y marcó más distancia entre la Casa Real y el pueblo.
Pidió que se dirigieran a ella como Majestad y no como Señora, sus mejores consejeros fueron seleccionados por sus conocimientos y no por sus lazos de amistad, se eliminó el semi folclórico desfile ante el palacio de Soestdijk y a la vez se le sacó brillo a viejas tradiciones.
Como reacción a la gran cantidad de enredos en los que se vio envuelto su padre, el príncipe Bernardo, Beatriz ha mantenido cerradas las puertas de su palacio. Intachable, no se ha dejado atrapar dando opiniones personales, menos todavía mostrando preferencia por el pacifismo, como le sucedió a su madre.
Sus muchas visitas de Estado han sido y siguen siendo preparadas al detalle y la reina se involucra mucho más de lo que se podría esperar de alguien en su posición. Con ello se ha ganado, a través de los años, un destacado nombre como embajadora de Holanda.
Por su profesionalismo y la creación de una cuidadosa distancia entre pueblo y monarquía, Beatriz se ha convertido en una reina realmente impecable. Se diría incluso que aburrida. Es probable que sea por eso que la ciudadanía disfruta de los casos que salen a la luz, como los problemas de la princesa Margarita o la ocasión en que el el viento desordenó el peinado de la reina, el año 1999 en Curazao, donde se encontraba ofreciendo sus condolencias por las víctimas del huracán Lenny.