3 de julio de 2011

APROBADO EL REFERÉNDUM CONSTITUCIONAL
Mohammed VI: el heredero discreto de una monarquía de lenta transformación

El rey de Marruecos trata de adaptar el poder absoluto que heredó hace doce años de su padre, Hassán II, al viento de las revueltas árabes. El 98 % de los marroquíes apoyaron la creación de una nueva Constitución.
» Los marroquíes arropan a su rey en las urnas (ABC)
» Miles se manifiestan en Marruecos para pedir reformas (AFP)

El pueblo de Marruecos votó el viernes 1 de julio por un proyecto de Constitución propuesto por el rey Mohammed VI en respuesta a las protestas que pedían reformas. Según el ministro del Interior, Taieb Cherkaui, el 60% de los votantes aprobó el referendo.

El proyecto de la nueva carta magna estipula, entre otras cosas, que el monarca deje de ser "sagrado" y su figura sólo sea "inviolable", como sucede en algunas monarquías europeas. Además, amplía los poderes del primer ministro, que se convierte en presidente del gobierno, y da más poder legislativo al Parlamento.

Los críticos, sin embargo, señalan que los cambios dejan demasiado poder en manos del rey: ahora éste se convertiría en el jefe de las fuerzas armadas, el poder judicial y la religión en Marruecos.

Mohammed VI, de 47 años de edad, fue uno de los primeros dirigentes árabes en darse cuenta del alcance de las revoluciones y anunció ya en el mes de marzo una reforma constitucional.

Aunque conservando lo esencial de sus prerrogativas, el rey propuso reforzar el papel del primer ministro, lo que puede parecer un paso muy pequeño hacia un equilibrio de poderes, pero que representa un paso enorme para una monarquía que no está acostumbrada en absoluto a consultar a sus súbditos.

Cuando llegó al trono, en julio de 1999, numerosos observadores se preguntaban si ese hombre joven y reservado sería capaz de mantener la unidad del reino, dirigido hasta entonces con mano de hierro, pero confrontado a la amenaza islamista y al descontento social.

El heredero tranquilizó rápidamente a los medios empresariales y diplomáticos: las alianzas tradicionales no cambiarán, pero la relación con la autoridad y la democracia tiene que evolucionar, reiteraban sus allegados.

Los primeros actos de ruptura fueron significativos para los marroquíes: entre agosto y noviembre, Mohammed VI destituyó al todopoderoso ministro del Interior Driss Basri, símbolo de los 'años de plomo' (1975-1991), viajó a la región berebere del Rif, tradicionalmente rebelde, y abrió la vía a la posibilidad de indemnización para los presos políticos.

Mohammed VI tenía entonces 35 años, y el público sabía poca cosa de ese hombre todavía soltero, aficionado al jet-ski y a los automóviles de gran cilindrada.

Educado en el recinto del palacio real, el joven príncipe Mohammed era descrito como una persona "aplastada" por un padre al que llamaba "majestad" y que decidía por él. Aunque rigurosamente enmarcado por los consejeros de Hasán II, empezó a representar cada vez más al rey en el extranjero, estableciendo relaciones personales con numerosos dirigentes.

Cuando le llegó la hora de reinar, el heredero de la dinastía alauí, que reina en Marruecos desde el siglo XVII, trató de imponer una imagen de monarca moderno.

El 21 de marzo de 2002, se casó con una mujer de clase media, Salma Benani, que suele mostrarse participando en obras de caridad, rompiendo con el tradicional secreto que rodea a la familia real. El matrimonio tiene dos hijos, el príncipe heredero, Mulay Hassán, nacido en 2003, y la princesa Lala Jadiya, nacida en 2007. 

La reforma más emblemática emprendida por Mohammed VI fue la adopción en 2004 de un Código de la Familia que refuerza los derechos de las mujeres.

Pero los límites de la apertura fueron fijados rápidamente: la prensa es rigurosamente vigilada, cuando no reprimida a golpe de multas millonarias, y la liberalización política es frenada alegando la lucha contra el terrorismo, especialmente después de los atentados de 2003 en Casablanca.

Ciertos temas siguen siendo tabúes: la monarquía, el islam y la integridad territorial, es decir, la independencia del Sahara occidental, anexado por Marruecos en 1975.

Cuando estalló el movimiento de la primavera árabe, miembros del entorno del rey fueron abiertamente acusados de acaparar las riquezas del país.

Pero el rey, primera fortuna del reino, con 2.500 millones de dólares, según la revista Forbes, no fue cuestionado nunca personalmente, aunque miles de marroquíes se manifestaron reclamando más democracia y contra la corrupción, a llamamiento del 'Movimiento del 20 de febrero'.






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