25 de junio de 2011

Rania de Jordania, en el centro de las críticas islamistas y tribales de su país

La Reina de Jordania vive sus momentos más difíciles desde que Abdallah II accedió al trono. Las feroces críticas han obligado a modificar su imagen y su agenda.

Ningún país ha hecho más por los palestinos que Jordania. Y ninguna reina ha hecho más por Jordania que la palestina Rania, esposa del Rey Abdallah II. Sin embargo, la mujer que tiene fascinado a medio mundo por su belleza, y al otro medio por su coraje en la defensa de los derechos de la mujer en el mundo árabe, viene sufriendo desde el pasado mes de febrero un cerrado fuego de críticas y maledicencias en su país, que han obligado a la Casa Real a rediseñar su agenda de trabajo. Y a ella a adoptar un look más árabe en sus últimas apariciones públicas.

La campaña contra la Reina se agudizó en febrero, durante las protestas contra el gobierno siguiendo la estela de las revueltas en Túnez y Egipto. Un comunicado sin precedentes firmado por una treintena de figuras destacadas de las tribus jordanas instó al Rey a poner fin al papel de su esposa Rania en la política.

Contra su influencia

Sin mencionar a la Reina expresamente, los firmantes criticaban su influencia en ciertas decisiones ejecutivas, como el derecho de las mujeres a pasar la nacionalidad a sus hijos. Los zelotes de la tradición islamista invocan la supremacía del varón en la Sharía, la ley coránica, pero temen que la nueva norma del reino hachemí permita nacionalizar a más jordanos de origen palestino, socavando el poder de los líderes tribales. El 40 por ciento de los más de seis millones de súbditos son antiguos refugiados palestinos o hijos de estos.

El estilo de vida de Rania es asimismo diana de las críticas en páginas web islamistas, recogidas con complacencia ovejuna por alguna prensa del corazón occidental. La acusan de llevar un estilo de vida lujoso y de utilizar dinero del Estado para promocionar su imagen en el extranjero, sin preocuparse de las penurias de los jordanos.

La realidad es bien distinta. Jordania es muy pobre en recursos naturales, y es en gran medida el prestigio internacional de su joven Reina lo que atrae ayudas, inversiones y un notable incremento del turismo. 

Rania, madre de cuatro hijos, mantiene a sus 40 años un ritmo increíble de actividades dirigidas a la promoción de la educación, la salud y los derechos de la mujer. En la actualidad forma parte del patronato de quince organizaciones mundiales.

Desde su llegada al Trono, en marzo de 1999, los ataques contra ella han surgido periódicamente, aunque se han intensificado desde las revueltas políticas de febrero contra el desempleo y en favor de reformas democráticas, que llevaron al Rey Abdalá a disolver el gobierno y nombrar nuevo primer ministro

El monarca ha prometido un cambio en la Constitución, del que aún se desconoce el calado. Algunos sectores jordanos, especialmente los islamistas, han visto en ello un signo de debilidad y han reanudado los ataques contra la Reina.

El comunicado de febrero fue un golpe duro de encajar, pero el más soez tuvo lugar durante un partido de fútbol en el que un grupo de hinchas denigró el origen palestino de Rania. Algunas pancartas se dirigían al Rey: «Divórciate de esa y te daremos dos mujeres».

El rumor del repudio había corrido ya en 2006 y la propia Rania de Jordania lo desmintió formalmente en una entrevista con la revista «Elle». Ahora vuelve a circular en los medios opositores e islamistas del reino hachemí, aunque los que conocen el entorno de la Familia Real se esfuerzan por desmentirlo y afirman que la sintonía matrimonial es perfecta.

Aspiraciones de cambio

La supuesta «revolución» de Rania en los usos de una reina árabe es una crítica sin fundamento. La Reina viuda Noor, esposa del padre de Abdalá II, el Rey Hussein, y norteamericana de nacimiento, desplegó como monarca una importante actividad pública

Sí es cierto que Rania es hoy —más que la mediática jequesa de Qatar, Mozah, que no deja de ser una de las tres esposas del emir— un símbolo de las aspiraciones de las mujeres árabes educadas, y de todos los que aspiran a un islam moderno y moderado.

La pasión por las nuevas tecnologías de Rania levanta también críticas en los círculos integristas. Con un canal en YouTube, un millón y medio de seguidores en la red social Twitter y 600.000 fans en Facebook, la Reina Rania es un fenómeno en internet.

Fuente: ABC (España)

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