En una carta abierta dirigida al soberano alauita, Ahmed Benseddik se declara dispuesto a asumir todas las consecuencias de su sorprendente acto. "Haga lo que le parezca oportuno. Sin pensar en las consecuencias… Como desgraciadamente es ya su costumbre”.
Es la primera vez que se produce un hecho de esta naturaleza en la historia de Marruecos. En otras ocasiones en el pasado, numerosos grupos, algunas tribus o regiones enteras se habían negado a someterse a “la autoridad del Sultán” haciendo implícita su ruptura del juramento de pleitesía.
En otras ocasiones hubo intentos golpistas por parte de algunos militares, o levantamientos guerrilleros contra el Rey. Pero nunca se había producido una denuncia individual de estas características.
Ahmed Benseddik motiva las razones de su acto “por mi profunda decepción resultante de vuestra injusticia, pero también porque ya heperdido la esperanza de que algún día pueda obtener derecho”.
Ahmed Benseddik motiva las razones de su acto “por mi profunda decepción resultante de vuestra injusticia, pero también porque ya heperdido la esperanza de que algún día pueda obtener derecho”.
Y alega que un “contrato” queda roto cuando una de las partes se niega a cumplir con lo pactado de común acuerdo.
El contrato de la Baia, que se renueva todos los años en Marruecos con una ceremonia feudal espectacular celebrada en la explanada del Mechuar (plaza que se encuentra dentro del recinto amurallado, inmediatamente anterior al Palacio real), obliga al pueblo y al Majzén (Corte) a someterse a la autoridad del Sultán a quien juran obediencia, a cambio de que éste les proteja y garantice su seguridad. Es un contrato en los dos sentidos; el mismo que el despechado autor de la misiva considera “caduco”.
Ahmed Benseddik es un ciudadano de clase media alta. Un profesional, con formación y experiencia, provisto de su Diploma de ingeniero de la Escuela Central, una de las más prestigiosas de Francia, que aspiraba a asumir importantes responsabilidades.
En su primer trabajo, como director de la sociedad termomédica de Mulay Yacub, una estación termal aledaña a la ciudad de Fez, Benseddik no dudó en denunciar la corrupción que constató en el balneario. Lo que le valió lisa y llanamente su despido.
El contrato de la Baia, que se renueva todos los años en Marruecos con una ceremonia feudal espectacular celebrada en la explanada del Mechuar (plaza que se encuentra dentro del recinto amurallado, inmediatamente anterior al Palacio real), obliga al pueblo y al Majzén (Corte) a someterse a la autoridad del Sultán a quien juran obediencia, a cambio de que éste les proteja y garantice su seguridad. Es un contrato en los dos sentidos; el mismo que el despechado autor de la misiva considera “caduco”.
Ahmed Benseddik es un ciudadano de clase media alta. Un profesional, con formación y experiencia, provisto de su Diploma de ingeniero de la Escuela Central, una de las más prestigiosas de Francia, que aspiraba a asumir importantes responsabilidades.
En su primer trabajo, como director de la sociedad termomédica de Mulay Yacub, una estación termal aledaña a la ciudad de Fez, Benseddik no dudó en denunciar la corrupción que constató en el balneario. Lo que le valió lisa y llanamente su despido.
En su escrito, hecho público en el portal digital Lakome.com y dirigido al monarca, afirma que Abdeslam Abudrar, presidente de la Instancia de Prevención contra la Corrupción, un organismo creado por Mohammed VI con gran pompa, le confesó que el Palacio real le había pedido no abrir el caso MulayYacub.
“Una revelación, dice Ahmed Benseddik, que da fe de la poca credibilidad del apoyo de Palacio en la lucha contra la corrupción”.
Tras su “ruptura delcontrato depleitesía”, Benseddik deja de ser “súbdito” para convertirse en “ciudadano”. Sin embargo su situación jurídica permanece ambigua, según los expertos.
Porque los derechos y deberes de que gozan los marroquíes según la Constitución -la nueva aprobada el 1º de Julio en Referéndum no ha cambiado esta situación- lo ejercitan por la intermediación del rey, como “Emir de los creyentes”, y no como “Jefe del Estado”. Una situación por lo tanto que para los sectores más conservadores del majzén podría ser “susceptible de cárcel” por “desacato a la Autoridad”.
El autor de la carta abierta al rey Mohammed VI denuncia a “esa gente que goza de vuestra confianza, o con la que habéis efectuado transacciones”, que se comportan como “vulgares piratas, que se apropian de las ideas y los esfuerzos de los otros”, en este caso de él mismo.
El autor de la carta abierta al rey Mohammed VI denuncia a “esa gente que goza de vuestra confianza, o con la que habéis efectuado transacciones”, que se comportan como “vulgares piratas, que se apropian de las ideas y los esfuerzos de los otros”, en este caso de él mismo.
“La irresponsabilidad moral, la impunidad y la falta de valentía son los puntos en común de algunos miembros de vuestroentorno”.
Sin embargo Benseddik va más allá de la constatación de la corrupción y la ineptitud de los cortesanos, y estima que el Rey ha terminado por caer en “la incapacidad de asumir su obligación de equidad”. Tan es así, dice, que hay quien piensa que esos cortesanos “tienen más poder que usted mismo”.
“Desgraciadamente, dice el autor del escrito, tengo que constatar que al término de su 12º año de reinado, vuestra norma de conducta es desesperantemente la misma: una línea que consagra la impunidad de los lobbys que os rodean”.
“Desgraciadamente, dice el autor del escrito, tengo que constatar que al término de su 12º año de reinado, vuestra norma de conducta es desesperantemente la misma: una línea que consagra la impunidad de los lobbys que os rodean”.
En cuanto al porvenir delpaís, Ahmed Benseddik se muestra pesimista al constatar “su persistencia en dejar deliberadamente la corrupción gangrenar losmecanismos del Estado".
“Una gangrena, concluye, que coloca a nuestro país en un rango poco honorable en cuanto a índice de corrupción se refiere”.
No ha sido ésta laprimera vez que Ahmed Benseddik intentaba hacer llegar al Rey sus preocupaciones. En una carta anterior le escribió: “Vuestro deber es hacer triunfar el Derecho, ordenar la reparación de entuertos y devolver la credibilidad y la legitimidad a vuestras reales decisiones, pisoteadas en vuestro nombre”.
No ha sido ésta laprimera vez que Ahmed Benseddik intentaba hacer llegar al Rey sus preocupaciones. En una carta anterior le escribió: “Vuestro deber es hacer triunfar el Derecho, ordenar la reparación de entuertos y devolver la credibilidad y la legitimidad a vuestras reales decisiones, pisoteadas en vuestro nombre”.
“Por todas estas razones, escribe Ahmed Benseddik, rompo el juramento de pleitesía con Vos, y me libero de cualquier lazo o compromiso hacia usted. Haga lo que le parezca oportuno. Sin pensar en las consecuencias… Como desgraciadamente es ya su costumbre”.
La carta de Benseddik, llena de amargura y tintes de desesperación propias de quien se siente injustamente abandonado, ha creado sensación en Marruecos, precisamente a pocos días de la celebración de la Fiesta del Trono, el próximo 30 de Julio, que conmemora el 12º aniversario de la proclamación de Mohamed VI como rey de Marruecos.