Hacía tiempo que Mónaco no disfrutaba de tanto interés mediático. Cinco años oficiales de noviazgo culminarán con dos ceremonias, una civil el próximo viernes 1 de julio y otra religiosa al día siguiente. Así es el pequeño, pero riquísimo, feudo de los Grimaldi.
El Principado ha decretado que esos dos días sean festivos y por todas partes ondean ya las banderas oficiales de Mónaco, por el novio; de Sudáfrica, por la novia, y la del emblema oficial de la boda, porque engalana. Y aunque las comparaciones son odiosas, imposible no acordarse de Grace.
Según una periodista, “seguro que ella misma ha estudiado todas y cada una de las fotos de Grace. Incluso si Alberto no se da cuenta, hay algo de ella en Charlene, en el hecho de que sea rubia, en su elegancia. Pero yo no veo Grace cuando la miro, porque Grace era única”.
Según una periodista, “seguro que ella misma ha estudiado todas y cada una de las fotos de Grace. Incluso si Alberto no se da cuenta, hay algo de ella en Charlene, en el hecho de que sea rubia, en su elegancia. Pero yo no veo Grace cuando la miro, porque Grace era única”.
Los habitantes de Mónaco esperan con ilusión el enlace. “Es magnífico. Va a ser precioso. Estamos muy contentos por ellos y será algo muy bonito para Mónaco”. “No hay una boda real en Mónaco desde hace mucho tiempo. Para los monegascos es el evento más importante de los últimos 40 ó 50 años.” Tras años de escándalos y tragedias entorno a la familia Grimaldi, los monegascos quieren hacer de esta boda un cuento de hadas.
Así es el pequeño feudo de los Grimaldi
Las señas de identidad son interminables: tamaño diminuto, paraíso fiscal, escenario automovilístico de lujo, ruletas y riqueza por doquier.... Hay muchas formas de definir el Príncipado, pero una sobresale sobre todas ellas: Mónaco es por encima de todo el estado de los Grimaldi.
Y es que gracias al fallecido príncipe Rainiero y a su matrimonio con la hollywoodiense Grace Kelly, Mónaco alcanzó una dimensión que no se corresponde con su diminuto tamaño, 197 hectáreas, que le convierten en el segundo estado más pequeño de la Tierra, después del Vaticano. Una dimensión marcada por el 'glamour'.
La historia del Principado revela lo disputado que estuvo este territorio a través de los siglos. Sus antiguos habitantes pertenecían a una familia que provenía de Portus Monoeci, de ahí su actual nombre, un viejo puerto que Hércules construyó bajo el promontorio de aquel territorio, conocido ahora como La Roca. Siglos mas tarde, los Grimaldi aprovechaban una festividad religiosa para apoderarse de esta zona disfrazados de monjes. Quién les iba a decir entonces que su presencia iba a perdurar más de 700 años.
Al terminar la Revolución Francesa, las finanzas de los Grimaldi quedaron comprometidas y, con ellas, la autonomía necesaria para la vida de un Estado soberano. Ya en esa época se pensó en potenciar el diminuto país convirtiéndolo en un destino atractivo para la alta socidad, que en esas fechas se decantaba por otras ciudades del Viejo Continente.
El influjo de los Grimaldi
Pero Mónaco ha conseguido hacerse un hueco en el mapa gracias a su último monarca, el príncipe Rainiero. En noviembre de 1949, Rainiero (el tercero con este nombre de la dinastía Grimaldi) sucedió en el trono a su abuelo, el Príncipe Luis II. Entonces las cosas comenzaron a ir mejor.
El impulso definitivo llegó en 1956, cuando todas las miradas se giraron hacia Montecarlo para observar el matrimonio de película entre Rainiero y la oscarizada Grace Kelly, musa de Hitchcock y encargada de darle a Mónaco el glamour que necesitaba.
Del matrimonio nacieron tres hijos, Carolina, en 1957; Alberto, en 1958 y Estefanía, en 1965. También a ellos se debe el protagonismo del Principado, ya que llevan su nombre de forma incansable a las portadas de las revistas que acaparan con sus escándalos.
Si antes de la llegada de Rainiero y su 'prole', Mónaco era un lugar priviliegiado de descanso para la aristrocracia europea, tras sus más de 50 años de reinado, se han convettido en un importante centro turístico y financiero. No en vano, fuentes periodísticas cifran en 56.000 millones de euros el dinero depositado en los 45 bancos del Principado, que figura en la lista negra de la OCDE sobre los paraísos fiscales.
Así es el pequeño feudo de los Grimaldi
Las señas de identidad son interminables: tamaño diminuto, paraíso fiscal, escenario automovilístico de lujo, ruletas y riqueza por doquier.... Hay muchas formas de definir el Príncipado, pero una sobresale sobre todas ellas: Mónaco es por encima de todo el estado de los Grimaldi.
Y es que gracias al fallecido príncipe Rainiero y a su matrimonio con la hollywoodiense Grace Kelly, Mónaco alcanzó una dimensión que no se corresponde con su diminuto tamaño, 197 hectáreas, que le convierten en el segundo estado más pequeño de la Tierra, después del Vaticano. Una dimensión marcada por el 'glamour'.
La historia del Principado revela lo disputado que estuvo este territorio a través de los siglos. Sus antiguos habitantes pertenecían a una familia que provenía de Portus Monoeci, de ahí su actual nombre, un viejo puerto que Hércules construyó bajo el promontorio de aquel territorio, conocido ahora como La Roca. Siglos mas tarde, los Grimaldi aprovechaban una festividad religiosa para apoderarse de esta zona disfrazados de monjes. Quién les iba a decir entonces que su presencia iba a perdurar más de 700 años.
Al terminar la Revolución Francesa, las finanzas de los Grimaldi quedaron comprometidas y, con ellas, la autonomía necesaria para la vida de un Estado soberano. Ya en esa época se pensó en potenciar el diminuto país convirtiéndolo en un destino atractivo para la alta socidad, que en esas fechas se decantaba por otras ciudades del Viejo Continente.
El influjo de los Grimaldi
Pero Mónaco ha conseguido hacerse un hueco en el mapa gracias a su último monarca, el príncipe Rainiero. En noviembre de 1949, Rainiero (el tercero con este nombre de la dinastía Grimaldi) sucedió en el trono a su abuelo, el Príncipe Luis II. Entonces las cosas comenzaron a ir mejor.
El impulso definitivo llegó en 1956, cuando todas las miradas se giraron hacia Montecarlo para observar el matrimonio de película entre Rainiero y la oscarizada Grace Kelly, musa de Hitchcock y encargada de darle a Mónaco el glamour que necesitaba.
Del matrimonio nacieron tres hijos, Carolina, en 1957; Alberto, en 1958 y Estefanía, en 1965. También a ellos se debe el protagonismo del Principado, ya que llevan su nombre de forma incansable a las portadas de las revistas que acaparan con sus escándalos.
Si antes de la llegada de Rainiero y su 'prole', Mónaco era un lugar priviliegiado de descanso para la aristrocracia europea, tras sus más de 50 años de reinado, se han convettido en un importante centro turístico y financiero. No en vano, fuentes periodísticas cifran en 56.000 millones de euros el dinero depositado en los 45 bancos del Principado, que figura en la lista negra de la OCDE sobre los paraísos fiscales.
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