En su planta privada del hospital Siriraj, situado en la orilla oeste del río Chao Praya, el monarca, de 83 años, afronta diversas dolencias a la vez que recibe a personas de su entorno y concede algunas audiencias a las más altas personalidades.
Durante sus 65 años en el trono de Tailandia, el noveno soberano de la dinastía Rama ha extendido su rol de monarca constitucional sin poder político por medio de una enorme autoridad moral ganada con astucia, y el patrocinio de programas de ayuda social y de desarrollo de infraestructuras.
Pero detrás del rey Bhumibol, reverenciado por gran parte de los tailandeses como si se tratara de un ser casi divino y adulado por la prensa del país, está su aparente sucesor, el príncipe Maha Vajiralongkorn. El heredero, de 59 años, no ha heredado la popularidad de la goza su padre.
La delicada salud del monarca hace que la atención se dirija hacia cuál será el futuro de Tailandia y de su monarquía a raíz de la sucesión, un asunto nacional del que la estricta ley de "lesa majestad" prohíbe hablar en público y que es censurado cuando es abordado en los sitios de internet.
El castigo para cualquiera que "difame, insulte o amenace al rey, la reina, el supuesto heredero o regente" puede significar hasta 15 años de cárcel, y no son pocos los casos de escritores, activistas, profesores de universidad y periodistas tailandeses o extranjeros que han sido acusados de este delito.
En este país en el que son pocos los tailandeses que no han vivido bajo el reinado Rama IX, los canales de televisión retransmiten cada noche un noticiario sobre las actividades de la familia real.
Además, los asistentes a las salas de cine de cualquier ciudad están obligados a ponerse en pie cuando antes del inicio de la sesión se exhibe un documental del monarca mientras suena el himno nacional.
La conexión de Tailandia con su monarca, a quien le rodea un aura de benefactor y sobre el que una legión de tailandeses cree que su intervención en momentos de crisis les salvará, es tanta que un mero rumor acerca de un supuesto empeoramiento de la salud del rey hace que se tambaleé la Bolsa de Valores de Bangkok.
El rey Bhumibol Adulyadej, que lleva 65 años en el trono, y quien desde 1995 ha sido operado dos veces por dolencias cardiovasculares, sigue hospitalizado cuando el Gobierno que emanó de las urnas en las elecciones celebradas el pasado julio da escasas señales de poder acabar con la división entre el bando de los tailandeses que persiguen preservar el tradicional sistema jerárquico y aquel que quiere poner fin a su dominio. Es el monarca más rico del mundo.
Aunque parecía impensable hace pocos años, en la sociedad de este país se aprecia un cambio de cultura con la aparición de tailandeses que critican lo que consideran el anquilosamiento de la monarquía, institución que en 1932 renunció fue obligada a renunciar al absolutismo para adoptar el rol constitucional.
Un termómetro de esta tendencia crítica es el número de casos de "lesa majestad", que en los últimos años han ascendido a cientos, cuando en la década de 1990 apenas se denunciaban un decena, según el Grupo de Concienciación del Artículo 112, organización que hace campaña contra el empleo de esta ley.
En mayo de este año, un grupo formado por cerca de 350 escritores tailandeses suscribió una carta abierta en la que denunciaban el empleo de la ley de "lesa majestad" y pedían que se pueda discutir de forma constructiva sobre la monarquía.
"Es tiempo de que la sociedad tailandesa distinga entre los intentos de derrocar a la institución, y el debate que traerá la estabilidad social a largo plazo y la protección de la libertad de expresión bajo el sistema democrático con el rey a la cabeza", indicaban en su carta.
Un mes después, el que fuera primer ministro interino en dos ocasiones y estadista cercano al monarca, Anand Panyarachun, dijo que los tailandeses todavía necesitan de una preparación para aceptar las voces contrarias a la monarquía. EFE.
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