9 de septiembre de 2011

Una princesa saudita acusa a su familia de corrupción

La princesa acusa a la Familia Real por corrupción, alegando que mientras una gran mayoría de la población del país del Golfo Pérsico está viviendo en la pobreza, la dinastía Saud derrocha fortunas multimillonarias provenientes del petróleo.




La princesa Basma bint Saud ha acusado al régimen de Arabia Saudita por corrupción, alegando que mientras una gran mayoría de la población del país del Golfo Pérsico está viviendo en la pobreza, la dinastía Saud derrocha fortunas provenientes del petróleo.

La princesa, sobrina del rey Abdallah (uno de los monarcas más ricos del planeta), reconocida activista social y destacada partidaria de los derechos de las mujeres en Arabia Saudita, ha dicho en una entrevista que un 95% del país vive por debajo de la línea de pobreza y no tienen acceso a agua y electricidad. El otro 5% -porcentaje que incluiría a la numerosa Familia Real Saudita, políticos y empresarios amigos- disfruta de la riqueza del país.

También acusó a las autoridades saudíes de embolsarse más de 21 millones de dólares que debían ser invertidos con el fin de ampliar la mezquita sagrada de La Meca. Mohammad al-Qahtani, el jefe de la Asociación de Derechos Civiles y políticos saudíes, confirmó las acusaciones, diciendo que los príncipes del país tienen todo el poder y la riqueza en Arabia Saudita.

Arabia Saudita ha sido acusado de tener uno de los regímenes más represivos del mundo. Varios grupos de derechos y organismos internacionales como el de Human Rights Watch y Amnistía Internacional han condenado con frecuencia el régimen saudí por su violación generalizada de los derechos humanos. Por otra parte, Arabia Saudita es el único país del mundo en prohibir a las mujeres, tanto ciudadanas sauditas como extranjeras, conducir automóviles. Las mujeres también están excluidas de la votación, y ninguna puede hacer política.

Como hizo hace tres meses, la princesa Basma solicitó a los gobernantes sauditas -tíos, hermanos y primos suyos- de ser más abiertos al cambio, haciendo hincapié en que ningún país árabe es inmune a la ola de movimientos populares que azota actualmente la región. Además, la numerosa dinastía saudita -compuesta por miles de príncipes que llegan a tener sueldos de 100.000 dólares mensuales- ocupa todos los escaños de la vida nacional del país: política, economía, seguridad, religión, cultura, educación y un largo etcétera. Los escándalos, por supuesto, están a la orden del día.




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