9 de junio de 2011

La boda de Alberto II de Mónaco, más glamour y menos pompa que la británica

Lejos del boato que caracterizó el enlace de Guillermo de Inglaterra y Kate Middleton, la boda en el pequeño principado se perfila como un acontecimiento donde la espontaneidad, la diversión y la elegancia cohabitarán con las buenas maneras y el protocolo.

Como en las últimas bodas reales que se han celebrado en Europa, este enlace no deja de tener sus peculiaridades y el hecho de que la novia sea una plebeya, como ha sucedido en otras dinastías, no deja de ser un dato a tener en cuenta, pero en Mónaco no se convierte en el principal.

En este caso, hay que fijar la mirada en el hecho de que se trata de un enlace que ofrece múltiples curiosidades: es de un príncipe reinante con dos hijos reconocidos, pero que no tienen ningún derecho al trono; Alberto es un hombre con una larga lista de relaciones sentimentales que se casa a los 53 años y, además, será una boda a la que los padres del novio no acudirán, al haber fallecido.

Además, el enlace religioso será por la tarde, concretamente a las 17 horas, cuando las ceremonias de las recientes bodas reales han sido por la mañana, y no se celebrará en el recinto cerrado de una abadía, iglesia o catedral, sino al aire libre, en el patio de honores de la residencia real.

Francisco Merino, presidente de la Escuela Internacional de Protocolo de Madrid (España), señala que van resultar evidentes las diferencias protocolarias entre la reciente boda celebrada en Inglaterra y la de Mónaco. “De momento, el número de invitados que han anunciado está en torno a cuatro mil, mientras que a la de Guillermo de Inglaterra y Kate acudieron mil novecientos”, comenta.

En aquella contemplamos mucha pompa y mucho boato y esta va a ser muy divertida”, agrega Merino. Muestra de ello van a ser los eventos programados para festejar el acontecimiento, entre los que se encuentra un concierto de Jean- Michel Jarré y otro del grupo Eagles.

El especialista en protocolo hace referencia al hecho de que el enlace religioso no tenga lugar en la catedral de Mónaco, sino en el patio de honores del palacio. “Se trata de un lugar emblemático para los príncipes monegascos, porque es en esa zona del castillo donde se hacen las presentaciones de los recién nacidos de la familia y donde el príncipe soberano toma posesión de su cargo”, matiza.

Una de las diferencias fundamentales en cuanto a protocolo el hecho de que se trata de la boda un jefe de Estado, no de un heredero y, como tal, las casas reinantes deberían corresponder con la asistencia de miembros de la misma categoría. “Lo lógico es que acudan los jefes de las casas, pero ya se verá. Por ejemplo, ni Isabel II de Inglaterra ni el rey Juan Carlos I de España, suelen acudir a este tipo de celebraciones”.

Merino señala que el príncipe Alberto tendrá muy en cuenta el rango de los invitados que concurran, pues ya en el enlace de sus padres "las casas reales les dieron la espalda. No fue nadie. No admitían que alguien de su rango se casara con una americana y además actriz”.




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