Los restos mortales de Otto de Habsburgo -primogénito del último emperador austrohúngaro- y de su esposa Regina, reposan reunidos de nuevo en el santuario alpino de Mariazell,yacen ahora de cuerpo presente en la iglesia de los Capuchinos de Viena, sobre la señera cripta en que Joseph Roth simbolizó el fin de un mundo. En los últimos días, cientos de personas han desfilado ante los féretros, que el sábado serán enterrados en la Cripta de los Emperadores.
La tradicional humildad que ha rodeado, legendariamente, el último viaje de un emperador Habsburgo de vuelta a la tierra (lienzo y pino) se ha trocado en inusual pompa y circunstancia en la moderna Austria republicana: El glamour de la secular institución y la alta cultura que generó es, junto a la nieve, la sola imagen que explica a Austria ante el mundo y el resultado de un turismo que suma un 13% de su PIB, en similar proporción nada menos que España. Pero en el bar de la liga estudiantil maximiliana, tras de la Karlkirche, Sophie Staus ve en Otto algo más que cifras turísticas: «Ha sido un ejemplo en todos los aspectos que abarca la vida de una persona, desde buen padre a luchador por la libertad de los pueblos».
La capilla ardiente de quien fuera heredero al trono del Imperio Austro-Húngaro fue abierta esta mañana al público, después de que los féretros llegaran ayer por la noche a Viena desde la Basílica de Mariazell, donde el miércoles se celebró un réquiem en el que participó el cardenal de Viena, Christoph Schönborn.
Otto de Habsburgo falleció el pasado día 4 a los 98 años en su residencia privada en la pequeña localidad de Pöcking, junto al lago de Starnberg, en el sur de Alemania. Regina murió en febrero del pasado año. Los féretros de del matrimonio han sido cubiertos con paños amarillo y negro, colores de la Casa de Habsburgo, y el escudo de armas imperial. Varios miembros de la división de artillería montada número 2, un cuerpo creado en 1908, custodian los sarcófagos.
A lo largo de estos días, un libro de condolencias estuvo a disposición de quienes quisieram dejar un último mensaje a Otto de Habsburgo y su esposa. El sábado se celebrará una misa fúnebre en la Catedral de San Esteban, a cuyo término los féretros de Otto de Habsburgo y Regina de Sajonia-Hildburghausen serán trasladados a la Cripta de los Emperadores, donde reposan los restos de la casa imperial austríaca. Siguiendo el expreso deseo del fallecido, su corazón será enterrado por separado en la Abadía de Pannonhalma, en Hungría.
A la misa fúnebre del sábado acudirán el rey Carlos XVI Gustavo y la reina Silva de Suecia, el gran duque Enrique de Luxemburgo y su esposa, Maria Teresa; el príncipe Hans Adam de Liechtenstein; el ex rey Simeón II de bulgaria, el presidente de Georgia, Michail Saakaschwili; y el presidente de Austria, Heinz Fischer. También acudirán los jefes de Gobierno de Croacia, Jadranka Kosor, y Macedonia, Nikola Gruevski.
Varios historiadores, juristas y políticos austríacos han criticado los fastos con los que se celebrarán el funeral y el entierro de Otto de Habsburgo y de su esposa, así como la participación del Ejército en los actos.
La tradicional humildad que ha rodeado, legendariamente, el último viaje de un emperador Habsburgo de vuelta a la tierra (lienzo y pino) se ha trocado en inusual pompa y circunstancia en la moderna Austria republicana: El glamour de la secular institución y la alta cultura que generó es, junto a la nieve, la sola imagen que explica a Austria ante el mundo y el resultado de un turismo que suma un 13% de su PIB, en similar proporción nada menos que España. Pero en el bar de la liga estudiantil maximiliana, tras de la Karlkirche, Sophie Staus ve en Otto algo más que cifras turísticas: «Ha sido un ejemplo en todos los aspectos que abarca la vida de una persona, desde buen padre a luchador por la libertad de los pueblos».
La capilla ardiente de quien fuera heredero al trono del Imperio Austro-Húngaro fue abierta esta mañana al público, después de que los féretros llegaran ayer por la noche a Viena desde la Basílica de Mariazell, donde el miércoles se celebró un réquiem en el que participó el cardenal de Viena, Christoph Schönborn.
Otto de Habsburgo falleció el pasado día 4 a los 98 años en su residencia privada en la pequeña localidad de Pöcking, junto al lago de Starnberg, en el sur de Alemania. Regina murió en febrero del pasado año. Los féretros de del matrimonio han sido cubiertos con paños amarillo y negro, colores de la Casa de Habsburgo, y el escudo de armas imperial. Varios miembros de la división de artillería montada número 2, un cuerpo creado en 1908, custodian los sarcófagos.
A lo largo de estos días, un libro de condolencias estuvo a disposición de quienes quisieram dejar un último mensaje a Otto de Habsburgo y su esposa. El sábado se celebrará una misa fúnebre en la Catedral de San Esteban, a cuyo término los féretros de Otto de Habsburgo y Regina de Sajonia-Hildburghausen serán trasladados a la Cripta de los Emperadores, donde reposan los restos de la casa imperial austríaca. Siguiendo el expreso deseo del fallecido, su corazón será enterrado por separado en la Abadía de Pannonhalma, en Hungría.
A la misa fúnebre del sábado acudirán el rey Carlos XVI Gustavo y la reina Silva de Suecia, el gran duque Enrique de Luxemburgo y su esposa, Maria Teresa; el príncipe Hans Adam de Liechtenstein; el ex rey Simeón II de bulgaria, el presidente de Georgia, Michail Saakaschwili; y el presidente de Austria, Heinz Fischer. También acudirán los jefes de Gobierno de Croacia, Jadranka Kosor, y Macedonia, Nikola Gruevski.
Varios historiadores, juristas y políticos austríacos han criticado los fastos con los que se celebrarán el funeral y el entierro de Otto de Habsburgo y de su esposa, así como la participación del Ejército en los actos.