Los Habsburgo se están entregando en cuerpo y alma (“los hijos del difunto están trabajando como locos”) en esta despedida del hijo del último emperador, organizando para ello todo un rosario de actos religiosos y misas de réquiem en la línea de la más vieja tradición imperial.
Ceremonias religiosas que tendrán lugar durante esta semana tanto en la histórica iglesia de los Teatinos de Munich, como en el santuario de Marizell (tan vinculado a la familia austro-húngara), la Viena imperial y la Budapest real.
La gran ceremonia en Viena, que será multitudinaria, contará con una nutridísima asistencia de altezas imperiales, reales y serenísimas entre quienes no faltarán las familias reinantes en Bélgica, Luxemburgo y Liechtenstein, y allí estarán también representantes de toda la gran nobleza imperial procedentes de Austria, Hungría, Bohemia y Alemania.
Ya se sabe, por ejemplo, que el príncipe Bertrand de Orleáns-Braganza representará a la familia imperial del Brasil, los duques de Braganza llegarán desde Portugal, y en el palacio de la Zazuela aún se estudia la presencia de la familia real española, y en su caso quien la representará pues “todo está aún por decidir en función de las complejas agendas y también de otras presencias”.
Ya se sabe, por ejemplo, que el príncipe Bertrand de Orleáns-Braganza representará a la familia imperial del Brasil, los duques de Braganza llegarán desde Portugal, y en el palacio de la Zazuela aún se estudia la presencia de la familia real española, y en su caso quien la representará pues “todo está aún por decidir en función de las complejas agendas y también de otras presencias”.
En emocionado recuerdo de su padre el hijo del finado, el archiduque Carlos esposo de Francesca Thyssen-Bornemisza, declaró a la prensa: “Mi padre era un hombre muy excepcional. Con él hemos perdido a un gran europeo que ha dejado una gran huella en todos sus hijos para el resto de sus vidas”.