Durante la visita que durará tres días, el heredero de la corona inglesa planea jugar polo en la costa del Pacífico, en Santa Bárbara, así como visitar un proyecto en el centro de Los Angeles para las zonas urbanas desfavorecidas de la ciudad. Esta es la primera vez que Catalina visita Estados Unidos.
La pareja fue recibida por el gobernador de California, Jerry Brown, y otros funcionarios, luego de haber partido de Calgary, Canadá, en donde realizaron una gira de nueve días que finalizaron asistiendo a un rodeo.
Bajo el sol de la costa oeste, Catalina sostenía un resplandeciente ramo de flores, mientras ella y su esposo conversaban con dignatarios, entre ellos el mayor Antonio Villaraigosa y el embajador británico en Estados Unidos, sir Nigel Sheinwald.
Luego, la pareja abordó un automóvil británico Range Rover para dirigirse al hotel Beverly Hilton.
Oficialmente, la visita a California busca "contribuir al fortalecimiento de los vínculos que sostienen Estados Unidos y Gran Bretaña en diversos ámbitos", según un informe oficial británico.
De manera extraoficial, todas las miradas se volcarán sobre las personas con quien se reúna la pareja real durante su estadía de apenas 48 horas en Los Angeles, en la que también asistirán a una velada para promover el talento filmográfico del Reino Unido en Hollywood.
Recuerdos canadienses
Antes de llegar a Estados Unidos, el príncipe Guillermo y su esposa Catalina visitaron durante nueve días el país de la Commonwealth, en lo que fue su primer viaje al extranjero desde su boda, a fines de abril.
"En 1939, mi bisabuela, la reina Isabel, Reina Madre, dijo de su primera gira en Canadá junto a su marido el rey Jorge VI: 'Canadá nos hizo'. Catalina y yo sabemos ahora muy bien lo que quería decir", dijo el príncipe en un discurso de despedida la noche del jueves.
"Canadá ha superado con creces todo lo que nos prometieron", agregó. "Nuestra promesa a Canadá es que hemos de volver."
En su última escala en el país, en Calgary, la pareja acudió a una noche de rodeo que incluyó carreras de carretas, monta de toros (para los adultos) y de ovejas para los niños, música country, bailes y un paseo en una diligencia de 1912. "Bueno, fue diferente", comentó Guillermo.
El viernes por la mañana, los duques de Cambridge se pusieron sombreros blancos de vaquero de ala ancha (de piel de conejo), unos jeans y camisas, -de cuadros para Guillermo y blanca, de la diseñadora Alice Temperley, para Catalina- y dieron inicio al 99 Calgary Stampede (festival vaquero y agrícola de Calgary).
Cientos de miles de personas se reunieron al amanecer a lo largo de la ruta del desfile para poder ver a la pareja, que pasó en un coche negro saludando a la multitud, seguida de integrantes de tribus locales vestidos con sus trajes tradicionales de ceremonia y sus caballos engalanados con cuentas, de bandas de música y una carroza de Cenicienta de calabaza.
El rodeo evoca los días en que los solitarios vaqueros cabalgaban en las colinas y llanuras de Alberta. Atrae a un millón de espectadores cada año a las estribaciones de las Montañas Rocosas y, según el primer ministro Stephen Harper, "muestra el espíritu pionero y las agallas que han hecho grande a este país."
Comparado con su gira canadiense, más distendida, su estancia en la costa oeste de Estados Unidos brindará menos oportunidades de verlos en público.
No tienen previsto salir a la playa o pasear en la montaña rusa de Disneyland, pero la pareja asistirá a una cena de gala de la Academia Británica de Cine y Televisión, en honor a 42 jóvenes cineastas británicos y a un partido benéfico de polo en Santa Barbara, antes de dirigirse a casa el domingo. EFE
Antes de llegar a Estados Unidos, el príncipe Guillermo y su esposa Catalina visitaron durante nueve días el país de la Commonwealth, en lo que fue su primer viaje al extranjero desde su boda, a fines de abril.
"En 1939, mi bisabuela, la reina Isabel, Reina Madre, dijo de su primera gira en Canadá junto a su marido el rey Jorge VI: 'Canadá nos hizo'. Catalina y yo sabemos ahora muy bien lo que quería decir", dijo el príncipe en un discurso de despedida la noche del jueves.
"Canadá ha superado con creces todo lo que nos prometieron", agregó. "Nuestra promesa a Canadá es que hemos de volver."
En su última escala en el país, en Calgary, la pareja acudió a una noche de rodeo que incluyó carreras de carretas, monta de toros (para los adultos) y de ovejas para los niños, música country, bailes y un paseo en una diligencia de 1912. "Bueno, fue diferente", comentó Guillermo.
El viernes por la mañana, los duques de Cambridge se pusieron sombreros blancos de vaquero de ala ancha (de piel de conejo), unos jeans y camisas, -de cuadros para Guillermo y blanca, de la diseñadora Alice Temperley, para Catalina- y dieron inicio al 99 Calgary Stampede (festival vaquero y agrícola de Calgary).
Cientos de miles de personas se reunieron al amanecer a lo largo de la ruta del desfile para poder ver a la pareja, que pasó en un coche negro saludando a la multitud, seguida de integrantes de tribus locales vestidos con sus trajes tradicionales de ceremonia y sus caballos engalanados con cuentas, de bandas de música y una carroza de Cenicienta de calabaza.
El rodeo evoca los días en que los solitarios vaqueros cabalgaban en las colinas y llanuras de Alberta. Atrae a un millón de espectadores cada año a las estribaciones de las Montañas Rocosas y, según el primer ministro Stephen Harper, "muestra el espíritu pionero y las agallas que han hecho grande a este país."
Comparado con su gira canadiense, más distendida, su estancia en la costa oeste de Estados Unidos brindará menos oportunidades de verlos en público.
No tienen previsto salir a la playa o pasear en la montaña rusa de Disneyland, pero la pareja asistirá a una cena de gala de la Academia Británica de Cine y Televisión, en honor a 42 jóvenes cineastas británicos y a un partido benéfico de polo en Santa Barbara, antes de dirigirse a casa el domingo. EFE