29 de julio de 2011

Carolina de Mónaco no se inmuta por Ernesto de Hannover, internado en Ibiza

Los excesos acabaron por pasarle factura a este descendiente de Jorge III de Inglaterra. Las vacaciones del todavía marido de Carolina de Mónaco -inquieto, nervioso, bebedor e iracundo, terminaron abruptamente, al igual que su matrimonio.

Un fuerte dolor abdominal provocó que Ernesto tuviese que ser hospitalizado en la Unidad de Cuidados Intensivos de la Policlínica Nuestra Señora del Rosario (Ibiza, España) la pasada noche del lunes.

Según informa el Diario de Mallorca, Ernesto de Hannover se encontraría ingresado en la segunda planta de la Policlínica Nuestra Señora del Rosario y su diagnóstico médico fue calificado de “grave crisis hepática".

En un primer momento se creyó que el fuerte dolor abdominal podría ser una infección en el hígado y en el páncreas, tal y como le ocurrió hace unos años. Los excesos le hicieron pasar uno días muy complicados.

Pero según han informado los médicos que han tratado al Príncipe Ernesto, simplemente se trata de una infección abdominal que se está tratando a base de medicación y reposo.

Incluso algunos medios han asegurado que el paciente recibirá el alta hospitalaria en las próximas horas, si no se complicaba su estado.

Ernesto Augusto es el Jefe de la Casa de Hannover, es el segundo de los seis hijos que tuvieron Ernesto Augusto IV, pretendiente a Príncipe de Hannover y Duque de Brunswick y Luneburgo, y su primera esposa, la princesa Ortrud de Schleswig-Holstein-Sonderburg-Glücksburg. Ernesto es primo hermano de la Reina Sofía de España, dado que su padre era hermano de la Reina Federica de Grecia.
La relación de Carolina de Mónaco y Ernesto de Hannover empezó envuelta en la polémica. Por aquel entonces, el noble alemán estaba casado con Chantal Hochuli, madre de sus dos hijos mayores y buena amiga de Carolina.

Sin embargo, eso no impidió que la princesa monegasca y Ernesto hicieran una escapada a Tailandia para vivir su amor. Los comentarios arreciaban y como por arte de magia aparecieron una fotografías donde el alemán y su esposa paseaban enamoradísimos. 

Aunque en principio Hochuli no daba crédito, al final, se rindió a la verdad. La prensa consiguió captar la evidencia y se impuso el divorcio. Cuentan que Rainiero sufrió un gran disgusto al enterarse de cómo había sucedido todo. No fue plato de gusto para él saber que su hija había sido la tercera en discordia. 

Sin embargo, el anciano perdonó y estuvo presente en la boda queCarolina y Ernesto protagonizaron en el palacio de Mónaco. Por aquel entonces, se filtró que la princesa ya estaba embarazada de tres meses. Aunque se desconocen los motivos, el caso es que Carolina intentó hasta el último momento utilizar ropas que disimularan su estado de gestación.

Una vez ya formalizada su unión, la pareja inició su vida en común sin tener que esconderse. Les gustaba escaparse a la isla de Lamu, en Kenia, donde Ernesto tiene una casa frente al mar. Por cierto, que allí protagonizó un sonoro altercado con el dueño de un local por una cuestión de decibelios. 

El príncipe, al no poder conciliar el sueño, se personó en el bar y se lió a puñetazos con el propietario. Su guardia de corps hizo lo propio con otras personas que allí se encontraban, amén de destrozar cuantos objetos encontraban a su paso. 

Sin duda, uno más de los episodios que han encumbrado al alemán al primer puesto en el ranking de los príncipes que pierden los papeles a la primera de cambio.

Tras jugar a esconder su embarazo, Carolina dio a luz a la pequeña Alexandra. Una niña que se convirtió en el centro de la vida de sus padres. La pareja viajaba con frecuencia a Mónaco, donde la hija mayor de Rainero cumplía con sus obligaciones de primera dama. 

Parecía que el matrimonio funcionaba a la perfección. Sin embargo, Ernesto no había abandonado su afición a la vida loca. 

Estando su suegro agonizante, tuvo que ser ingresado en un hospital monegasco a consecuencia de una afección en el páncreas. La cosa pintaba mal. De hecho, no pudo acudir al funeral de Rainiero. Antes de recibir el alta, los médicos le advirtieron que debía echar el freno y cambiar su modo de vida. 

Él prometió hacerlo. Incluso concedió una entrevista para limpiar su imagen. Fue todo un shock leer que Ernesto se definía a sí mismo como un campesino que amaba la vida tranquila y familiar.

Lo cierto es que Carolina puso toda la carne en el asador para que su marido abandonara su afición a los excesos. Intentó que siguiera los consejos médicos. Sin embargo, Ernesto volvía a las andadas una y otra vez. El matrimonio empezó a hacer aguas. 

La princesa monegasca se dio cuenta que el alcohol y las fiestas se interponían entre ellos. Empezaron las tensiones y el amor se tornó hielo. 

Cada uno fue por su lado. A él le captaron en amor y compañía junto a otra mujer en Tailandia. Por su parte, la princesa se refugió en Mónaco con su hija menor. Dicen que, desde entonces, apenas han cruzado palabra. Se desconoce si se han divorciado de forma oficial, pues no se comunicó nada al respecto a los medios. Es más, cuando se pregunta por el asunto a los encargados de prensa del palacio de Mónaco, se niegan a responder.

La noticia de la nueva internación de urgencia hecha a Ernesto de Hannover sorprendió a Carolina de vacaciones en Italia. Sin embargo, la hermana del soberano monegasco no piensa interrumpirlas para visitar al que se supone como su todavía marido. Otro final triste, aunque no inesperado, se cierne en la leyenda de Carolina de Mónaco.

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