Sin duda los años pasan y pesan. Imposible mejor personificación de esta frase que la imagen que ofreció el rey Harald V de Noruega el viernes en que su país fue atacado por una serie de atentados terroristas, que desataron el miedo y dejaron casi cien muertos.
Con el rostro abatido, llevando en su piel y en su mirada el peso de 74 largos años, el monarca compadeció ante la televisión de Noruega para calificar de "tragedia inconmensurable" la matanza perpetrada en la isla de Utøya, cercana a Oslo, y los ataques a oficinas gubernamentales en pleno centro de la capital.
El rey esperaba pasar de otra forma este 23 de julio, fecha en que conmemora su 20º aniversario del ascenso oficial al trono y su bendición en la catedral de Nirados.
"Es importante mantenernos en estos momentos unidos", dijo el monarca, antes de expresar sus más profundas condolencias a todos los afectados y a los familiares de las víctimas.
La tristeza del rey belga
Apesadumbrado y muy cansado se pudo ver también al rey Alberto II de Bélgica. Con sus 77 años a cuestas, y varios y serios problemas cardíacos que más de una vez lo condujeron al hospital, el monarca presidió los desfiles y misas que conmemoran el Día Nacional.
Esta vez hubiera sido especialísima la celebración al cumplirse 180º de la fundación de la monarquía, que fue el 21 de julio de 1831, con la jura de Leopoldo I como primer soberano de Bélgica.
Pero no pudo ser. Cuatrocientos tres días consecutivos de crisis política, en la los partidos políticos no se pudieron poner de acuerdo para formar un Gobierno de coalición nacional y la ausencia de su hijo menor -el príncipe Laurent- de los festejos oficiales a causa de su comportamiento, hicieron mella en el semblante siempre simpático del monarca y de la reina Paola.
El monarca alertó en su discurso a la nación sobre los peligros de esta crisis "que dura demasiado", no solo para Bélgica, sino para toda Europa. El monarca sorprendió a los ciudadanos belgas con un vocabulario y un lenguaje gestual de inusual dureza.
"Si esta situación continúa mucho tiempo, podría afectar de manera negativa y muy concreta al bienestar económico y social de todos los belgas", se indignó el rey con un golpe de puño en la mesa.
Parsimoniosa despedida
Da la sensación de que Juan Carlos de Borbón, quien ha sido definido como «el mejor de los Borbones» ha iniciado una parsimoniosa despedida, ha marcado los primeros compases de un largo adiós.
"Es incuestionable que no es el rey que hasta ayer mismo ha tenido España”, dicen los comentaristas. La salud del monarca español viene dando señales de debilidad tras su operación de pulmón, el año pasado, y de rodilla, en mayo de este año.
"Es incuestionable que no es el rey que hasta ayer mismo ha tenido España”, dicen los comentaristas. La salud del monarca español viene dando señales de debilidad tras su operación de pulmón, el año pasado, y de rodilla, en mayo de este año.
Acostumbrado el público español a verle siempre tan animado, simpático y activo, la intervención quirújica y otros achaques "han provocado la sensación de que algo más grave estaba ocurriendo”.
Las reiteradas ausencias del monarca de actos importantes y sus pocas actividades públicas desataron serias especulaciones. Desde la operación pulmonar del rey, Felipe sustituye a su padre en diferentes actos oficiales, y desde entonces los rumores de una posible "jubilación” del rey son cada día más fuertes.
Una reunión privada celebrada, hace algún tiempo, entre el rey y sus tres hijos -Felipe y las infantas Elena y Cristina- hizo aumentar las conjeturas de que algo está cambiando en la familia real española.
Para los Borbones, como para los reyes de Noruega y Bélgica, ya es la hora de caer en la cuenta que los años no solamente pesan, sino que también pasan.
Darío Silva D'Andrea
Darío Silva D'Andrea
» Los reyes, prisioneros de sus palacios